viernes, 19 de julio de 2013

El Benelux al revés

Hasta en verano, cuando el calor a aprieta y el fútbol amaina en su intensidad dando paso a los rumores y las giras, queda aún espacio para los héroes anónimos. Jugadores cuyas grandes tardes se irán diluyendo en el trasiego de las informaciones que van y vienen cuando la temporada arranca y la cosa se pone seria.

Son momentos efímeros, sueños vespertinos en época de estío que se tornan anecdóticos pero sirven para escribir la historia de un pequeño club perteneciente a una ciudad minúscula enclavada en un territorio alejado del ruido mediático. El desconocido punta de nacionalidad marroquí Omar Er Rafik protagonizó ayer uno de esos relatos breves.

Descontando aquella gesta de 11 de septiembre de 2008 en el Letzigrund de Zúrich, donde Luxemburgo se impuso por 1-2 a Suiza; la que ayer consiguió el FC Differdange 03 es probablemente la victoria más importante en un país donde el dinero y el fútbol son castigo para sus habitantes.

Los hombres del francés Michel Le Flochmoan, cuartos clasificados en su liga el pasado curso, saltaron la banca del Benelux y reventaron el orden establecido en la zona para imponerse por 2-1 al Utrecht, remontada incluida. Una obra maestra del surrealismo cincelada por los pies de Er Rafik, un futbolista que de un día para otro aterrizó en el ducado para traer suerte y goles a partes iguales.

La suya fue una de esas películas de Serie B tan manidas, el relato de un joven con talento que se desenvolvía en la media punta hasta que un entrenador en la selección del departamento de Lorena le adelantó con miras a la portería. El experimento salió bien y consiguió cruzar las fronteras para probar suerte en Jamoigne, una localidad del sur de Bélgica que acaricia el país galo sin alejarse demasiado de Luxemburgo.

El club de la ciudad se desenvolvía en la cuarta división pero los ojeadores sabían que aquello se le quedaba pequeño. Por ello le llamaron para que probara en lugares de más alcurnia pero fue entonces cuando la rodilla se rompió y con ella la esperanza de una carrera próspera. Para recoger los trozos de aquél progreso frustrado apareció el Oberkorn, primera parada en Luxemburgo.

No viajó solo ya que en la aventura le acompañó su hermano Youseff, siete años mayor que él. Mientras este sigue donde todo empezó, Omar ya hace tiempo que voló. En 2011 le llamaron para formar parte de la que ahora es su casa, una entidad creada ocho años antes con los remiendos de dos equipos; uno, el Red Boys, con cierto predicamento en épocas pretéritas.

Desde la refundación los socios no conocen lo que es ganar la liga y solo han podido celebrar un par de títulos coperos consecutivos. Sin embargo hay algo que les diferencia: Ellos, y no otros, son los que más lejos han llegado en el Viejo Continente. Sucedió en la Liga Europa al poco de aterrizar Er Rafik.

Tras superar al Levadia Tallin estonio en una eliminatoria agónica, fueron eliminados contundentemente por el Olympiakos Volou. Sin embargo la implicación en el amaño de partidos de los griegos les permitió superar una ronda y llegar hasta la tercera, la última antes del milagro de jugar el torneo continental.

El Paris Saint Germain les cortó las alas y en un escenario grandilocuente como el Parque de los Príncipes acabó todo. Er Rafik vivió aquello como suplente. Hoy, ya más maduro y asentado, guía a su equipo hacia la versión 2.0. Para ello deberán superar el duro partido de vuelta en Holanda y un hipotético cruce con el Tromso o el Inter Bakú. Una gesta utópica, de esas que solo se escriben en verano.

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