martes, 14 de mayo de 2013

El actor secundario "Bob"

 
El Wigan se coronó el pasado sábado, gracias a un solitario gol de Ben Watson, como campeón de la FA Cup. Un logro impensable para un equipo destinado a sufrir en la Premier y que ha crecido en paralelo a un técnico español, Roberto Martínez. Pionero como futbolista español en Inglaterra, ahora le llega su gran momento en los banquillos.
 
Lo primero que llama la atención cuando uno llega a Inglaterra en general y a Londres en particular es el cielo plomizo, que en la capital además se tiñe con las trazas de polución propias de un inmenso núcleo urbano. Levantar la cabeza y deprimirse es todo uno. Hay un hombre, en cambio, quizás el único, que el pasado sábado le miró de frente con una sonrisa en la cara, la sonrisa del triunfador.

Mientras era lanzado por los aires, Roberto Martínez (Balaguer, 1973) mezclaba aromas. Estaba el de la gloria y el éxito, que no son descriptibles pero flotan en el ambiente. El del sudor de sus jugadores, propio de aquellos que tienen que suplir con entrega y sacrificio las carencias que les castigan con respecto a sus rivales. Y estaba el del césped húmedo por la lluvia de un templo cuya conquista solo está destinada a algunos elegidos. En ese momento el técnico español del Wigan supo que todo había merecido la pena.

El suyo es el éxito del humilde pionero que un día a mediados de los noventa decidió hacer las maletas y marcharse con otros dos locos, Jesús Seba e Isidro Díaz, a un territorio virgen como era el fútbol británico. Eran tiempos donde no existía internet, ni mucho menos el Skype. Donde la Play Station sonaba a ciencia ficción. Donde el entretenimiento y la socialización con los oriundos del país se cimentaba en partidos de ping-pong y timbas de cartas en salas comunes, tapizadas con esa horrible moqueta omnipresente en las Islas.

Las noticias de la familia se encerraban en sobres, el idioma había que aprenderlo sobre la marcha y los grandes momentos deportivos quedaban lejos de los barrizales de Third División que cada fin de semana pisaba un Wigan al borde de la desaparición. Sin embargo creían en un sueño y en la palabra firme de David Whelan, el millonario dueño de las tiendas JJB Sports y los gimnasios JJ Fitness. Un hombre que había puesto sus libras al servicio del club para saldar viejas cuentas, las de una final de la FA Cup perdida en 1960 con él sobre el verde vistiendo la zamarra azul y blanca.

El proyecto parecía a todas luces rocambolesco. Aquellos tres tipos con cara de guiris despistados eran un retrato exótico para los lugareños, el inédito espíritu latino para unos "latics" que languidecían. La grada, ansiosa por convertir en apasionante todo aquello que pudiera alterar sus soporíferas veladas balompédicas, decidió ponerles un sombrero mexicano en la cabeza y bautizarles como "Los Three amigos" en honor una comedia musical del año 1986. Circo sin pan, la caravana de las enanas barbudas en versión "british".

Sucedió que en ese ecosistema desconocido "Bob" Martínez fue el más apto para la supervivencia. Difícil decir si se debió a su capacidad de sacrificio, a sus ganas de triunfar o al capricho de un destino que le tenía reservada una misión impensable, la de hacer carrera en los banquillos de la nación donde se creó el "deporte rey".

Hoy se ha convertido en un héroe para aquellos que defienden causas pobres, un Robin Hood que ejerce a 170 kilómetros de Nottingham si se toma la M1. El entrenador que resucitó a un Swansea plagado de compatriotas en el tiempo que transcurrió entre sus últimos estertores como jugador y su confirmación como manager de garantías. Que solo se marchó para atender a la llamada de ese magnate local que un día le importó a Inglaterra cuando era un canterano del Zaragoza.

El mismo al que ha guardado lealtad pese a que hace tiempo que podía estar peleando por objetivos más ambiciosos que la salvación en una ciudad donde el rugby tiene más predicamento. Puede que este año quedarse en la Premier sea una quimera pero la conquista de la FA Cup cierra un círculo que se empezó a dibujar, quizás por azar, hace casi veinte años. Con un castellano cada vez más turbio fruto de la convivencia diaria con la lengua de Shakespeare, "Bob" está capacitado y legitimado para asumir un nuevo reto, para interpretar un papel principal.

1 comentario:

Ángel R. dijo...

Buenas, es un entrenador que lo esta haciendo bien en el Wigan, y el resultado es la copa que han ganado recientemente.
Ahora tienen que pelear por quedarse en la Premier.
No me extrañaría que la próxima temporada estuviera en el banquillo de un club más grande. Saludos.
www.atleti1903.blogspot.com