viernes, 8 de marzo de 2013

Fútbol entre sotanas


Son días de mucho ajetreo en El Vaticano. La renuncia del Papa Benedicto XVI ha propiciado que los diferentes candidatos para su puesto empiecen a moverse en busca de los apoyos que les garanticen un pontificado. Italianos, estadounidenses, canadienses... cada uno tira de sus hilos en una carrera contra el crono cuya meta es el cónclave previo a la fumata blanca.

Por ello apenas hay espacio para otra cosa que no sea encontrarle un sustituto a Joseph Ratzinger. Hasta la actividad futbolística se paró el pasado fin de semana como muestra de respeto hacia el alemán. La idea partió de los seminaristas que participan, desde hace dos semanas, en la conocida como "Clericus Cup", un torneo de fútbol que aglutina a los jóvenes, y no tan jóvenes, que se forman como sacerdotes en las diferentes escuelas.

La competición no deja de ser amateur pero con el paso de los años se ha convertido en toda una sensación para aquellos incapaces de creer, sin ver, que esos hombres con alzacuellos puedan también correr detrás de un balón y pegar "piadosas" patadas durante la hora (dos tiempos de treinta minutos) que duran los partidos.

El predicamento del que goza entre los habitantes del país más pequeño del mundo, y al mismo tiempo uno de los más multiculturales, es enorme y hasta setenta nacionalidades divididas en dieciséis equipos se dan cita sobre el césped ante la atenta mirada de algunos espectadores y medios de comunicación, atraídos por la curiosidad y el apoyo que ya le han dado a la iniciativa rostros conocidos como el árbitro Stefano Farina y Vicente del Bosque.

Este último fue el encargado de anunciar, por vídeo, la convocatoria de los elegidos por el "Colegio Español", equipo que ha debutado este año y en cuya plantilla militan jugadores de territorios como Corea, México o Zambia. En ella hay además un Iniesta de nombre Juan y un técnico con el ilustre apellido de Villalonga que nada tiene que ver con el seleccionador que llevó a España a levantar su primera Eurocopa.

El debut no pudo ser, por cierto, menos esperanzador. Fueron recibidos en la competición con un doloroso 6-0 ante el "North American Martyrs", un conjunto que cuenta en sus filas con Lewi Barakat, un futbolista que ejerce al mismo tiempo como entrenador. La contundente victoria no es casual ya que los estadounidenses son los vigentes campeones del torneo y se encuentran entre los eternos candidatos.
 
De la orden jesuita, han llegado a semifinales en todas las ediciones menos en la primera, celebrada en 2007. Aquella, y otras dos más, la ganó Redemptoris Mater. El seminario creado por el Camino Neocatecumenal es el que, de momento, tiene más títulos. Completan el palmarés el Mater Ecclesiae (de los Legionarios de Cristo) y la Universidad Pontificia Gregoriana  (también jesuita y finalista en 2012).

No es desde luego el lugar donde descubrir al nuevo Messi y, en caso de que alguno saliera, parece más complicado negociar con Dios que con Lendoiro. Tampoco un escenario para degustar fútbol de salón, aunque sí un vivero experimental para iniciativas futuribles en el deporte rey como la tarjeta azul, que sirve para expulsar a un futbolista durante cinco minutos. No es ni mucho menos una competición cargada de intensidad para seguir con regularidad, pues solo dura tres meses entre invierno y primavera.

Pero basta ver la cara de los contendientes para darse cuenta de que poco les importa. Entre Biblias, crucifijos y oraciones; el fútbol también es capaz de hacerse hueco y ayudar a romper con la rutina diaria embarcando a los elegidos en una cruzada en defensa, no ya de su religión, sino de su país y de su centro de formación. Hasta la vida más tranquila necesita en ocasiones un poco de deporte para desfogarse.

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