martes, 13 de noviembre de 2012

Ulsan style


"Una chica que se suelte el pelo cuando llega el momento indicado, una chica que se cubre pero que es más sexy que la que una que lo enseña todo, una chica sensual como esa". Puede parecer extraño pero esta estrofa que linda con la cursilería y que al mismo tiempo denota elegancia está sacada del último éxito que ha conquistado las radios del mundo entero.

Me refiero, por supuesto, a la canción interpretada por Park Jae-Sung, ese excéntrico personaje modelado para la conquista del mercado asiático y más conocido como PSY. En el archifamoso "Gangma Style" a este tipo indescriptible de apariencia asexuada, le acompaña un estribillo que puede entonar cualquiera desde Hong Kong hasta Montana y un baile icónico de una trascendencia planetaria que no se recordaba desde "La Macarena". Todos los aspectos edulcorados con unas gotitas de "Youtube" y mezclados, no agitados, en la coctelera del capitalismo y la globalización; han dado como resultado un producto "Made in Korea".

Lo normal hubiera sido que puestos a buscar un referente musical en el mundo oriental, este saliera de Japón o en su defecto de China siempre y cuando la censura diera el visto bueno. Pero no, ha ido a surgir en otro país de gran trascendencia continental pero que nunca se ha visto en otra igual preocupado como estaba en el progreso cosificado en la producción automovilística y de nuevas tecnologías.

Ahora los jóvenes bailan haciendo el vaquero y dando saltitos desacompasados a un ritmo febril en un ritual que se ha paseado desde los circuitos de Fórmula 1 hasta la útima gala de la MTV en Europa, donde Heidi Klum (muy atractiva por cierto, esto es opinión no información, vestida de bávara) lo intepretaba junto a ese nuevo hombre-marca. El fenómeno, por supuesto, no escapa de los campos de fútbol. De hecho, y esto es lo preocupante, aquellos que han estado en condiciones de conseguir que por primera vez en mucho tiempo se hablara de Corea por otras razones, han sucumbido también narcotizados al efluvio de los sonidos electrónicos.

Hablo de los jugadores del Ulsan Hyundai, el reciente ganador de la Liga de Campeones asiática. Si hasta hace no demasiado era el "We are the champions" el one hit wonder de las celebraciones deportivas, poco tardaron nuestros protagonistas, y no es demasiado sorprendente, en alterar el statu quo. En fin, un poco de humor tampoco es malo en un club que se proclamó campeón continental por primera vez en la historia.

Trabajo les ha costado acostumbrados a crecer a la sombra de otras entidades con mayor trascendencia. Sin embargo no se le puede poner ni medio pero a su logro. Con dos aportaciones extranjeras puntuales pero esenciales como son el brasileño Rafinha y el y el colombiano Vélez unidas a un bloque de futbolistas nacidos en territorio surcoreano -caracterizados por su excelente rendimiento en materia defensiva-, el de momento quinto clasificado de la liga local ha conseguido ser el rey de reyes.

El trofeo, además de jalonar las vitrinas de una entidad virgen en estas lides confirma algo que ya se sabe, es decir, que en territorio oriental los japoneses y los coreanos van un paso por delante del resto de sus rivales. Basta resaltar que desde 2006 es el cuarto equipo diferente del país que  logra semejante gesta. Ahora bien, hay bastante de meritorio en este caso concreto, el de un plantel que solo ha logrado dos entorchados nacionales y que para llegar hasta la final disputada en su casa se ha mantenido invicto en un camino donde tuvo que cruzarse con rivales como su predecesor, el Kashiwa Reysol nipón o el Bunyodkor uzbeko.

Ahora, orgullosos, podrán pasear palmito en el siempre atractivo Mundial del Clubes, donde les espera en su primer cruce el Monterrey mexicano. La fiesta empezará el seis de diciembre, dentro de tres semanas. Con un poco de suerte, por entonces, el fenómeno del Gangma Style se habrá diluido y el fútbol será el protagonista cumpliéndose una máxima: Las modas pasan pero el balón siempre seguirá rodando por el césped.

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