jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Qué ha sido de... Dennis Serban?


En primer lugar me gustaría pediros disculpas por no haber podido cumplir con la rutina de publicación de posts pero a veces el trabajo altera mis biorritmos y me impide dedicarme a esta bitácora que tanto me gusta. Dicho esto, en la tarde de ayer buscaba a un futbolista que hubiera compartido vestuario con David Navarro y pudiera comentarme de primera mano como es el futbolista del Levante. En esas me topé de repente con una lista de los jugadores extranjeros que han pasado por el Valencia.

Nombres como Moussa Saib, Dorotheé, Carioca o este punta rumano, que creció auspiciado por la por entonces incipiente colonia de compatriotas que hace ya tiempo formaba piña en la ciudad del Turia. Me refiero a rostros de sobra conocidos como los de los hemanos Ilie o el defensa Popescu, algunos de los cuales pasaron sin pena ni gloria.

Hecho como futbolista en Constanta, sus dotes le valieron para firmar con solo veinte años por el Steaua de Bucarest, un destino de renombre que podía servirle de escaparate. A la compra fue el Valencia y se lo trajo por 300 millones de pesetas, una cifra que a día de hoy debería considerarse como malgastada. Porque no solo jugó poco sino que encima su mera presencia sobre el césped llegó a costarle al Valencia la eliminación copera.

Sucedió la noche en la que Benítez decidió alinearle frente al Novelda. El equipo ganaba por 0-1 y la lesión de Vicente le animó a contar con nuestro protagonista en el minuto 88. Craso error. Junto a él estaban alineados otros tres extracomunitarios y acabaron perdiendo en los despachos. Fue su último partido como valencianista en su segunda y última etapa. La primera la había pasado en el anonimato y solo su buen trabajo como cedido, en el Villarreal y sobre todo en el Elche, le valió para retornar.

No hubo más oportunidades, decíamos, pero si  un préstamos más al Rapid de Bucarest. Libre y valiéndose de su buen cartel en Segunda, el Córdoba y el Polideportivo Ejido fueron sus siguientes destinos antes de retornar definitivamente a su Rumanía natal. Tenía veintiocho años y llegaba marcado por una irregularidad que le marcaría en el futuro. Tras pasos infructuosos por el Petrolul Ploiesti y el Dinamo de Bucarest solo volvió a alcanzar la continuidad en el Larissa, que por entonces militaba en la Segunda División griega. 

Fue su penúltimo paso como profesional antes de colgar las botas tras una segunda etapa, igual de insulsa que la primera, en el Dinamo de Bucarest. Sin solución de continuidad y casi sin tiempo para meditar acerca de su nuevo status, le surgió la oportunidad de dirigir al Astra Ploiesti y posteriormente, con el paso de los años, al club que le alumbró como profesional, el Farul Constanta. Finalizada aquella última escaramuza, hoy busca equipo.

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