lunes, 29 de septiembre de 2014

La década prodigiosa de Berahino


Cuando Saido Berahino marcaba el segundo de sus tantos ante el Burnley el pasado domingo, probablemente pensara que sus plegarias habían sido escuchadas. Él, que había luchado lo indecible para convertirse en futbolista profesional cuando todo se le había puesto en contra desde la cuna, tuvo que recurrir una vez más a Dios ante la incomprensión que encontraba en Pepe Mel, cansado el técnico español de algunos aspectos negativos de la actitud del delantero.

Por momentos pensó que se quedaría a las puertas de la gloria en la Premier League, cedido a algún club que no hiciera justicia a la calidad que le ha llevado a ser un habitual en las inferiores de Inglaterra. Hombre de fe como él reconoce, mirando al cielo ha vuelto a encontrarse a sí mismo. En el espejo se refleja ahora ese joven delantero llamado a grandes gestas.

Las tardes de banquillo el pasado curso han sido situaciones adversas pero todas ellas corresponden, en cambio, a la mitad agradable de su vida. La otra, esa que relata la infancia en su Burundi natal, quizás le gustaría poder borrarla de su memoria. Al abrigo de las calles de Bujumbura, el 'nueve' del West Bromwich golpeaba bolsas de plástico atadas con cordeles junto a otros jóvenes del barrio. El fútbol era una de las pocas concesiones al ocio entre aquellos que apenas tenían nada, la vacuna contra la violencia entre hutus y tutsis que iba despezando cuerpos a su paso.

Uno de ellos fue el del padre de Berahino, La noticia animó a la madre a romper con todo y sufrir el luto en un lugar más próspero. Eligió Inglaterra, pero su hijo no cabía en la maleta. La separación duró dos años, lo que tardó en decidir el futbolista que tenía que darle la espalda al destino y salir en su busca.

Ayudado por un amigo de la familia, atravesó Tanzania a pie hasta que llegó a Kenia y de ahí, a la meta. Cuando aterrizó no había un cartel con su nombre ni una orquesta para recibirle, solo un frío hogar de acogida en Londres donde hacer tiempo hasta el deseado reencuentro. Ese momento, llamado a ser de felicidad, tuvo también su parte de drama cuando ambos coincidieron en la capital pero volvieron a ser separados hasta que las pruebas de ADN confirmaron el parentesco y el atacante pudo desplazarse hasta Birmingham.

Un final feliz al que aún le quedaba el epílogo que debía escribir la adaptación al país. Desconocedor absoluto del idioma y de las costumbres, el lenguaje universal de deporte rey habló por él. Primero en la escuela y luego en la academia de su actual club, donde ingresó con once años y completó su talento natural con la disciplina.

Desde entonces no ha dejado de crecer. Un gol a su amado United y otro más al Arsenal, el objeto de deseo de su madre, le introdujeron al gran público. Tras firmar su segundo doblete de la temporada después del conseguido en la jornada inicial del campeonato contra el Sunderland, empieza a sonar para la absoluta.  Sus goles serían la mejor forma de agradecer todo lo que ha recibido de las islas.

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