martes, 15 de julio de 2014

El círculo de Alemania


Cuando los jugadores alemanes levantaban las Copa del Mundo el pasado domingo en Maracaná, a muchos nos quedaba la sensación de que se había hecho justicia. Eclipsados por el potencial de España en los últimos años, la insistencia en un modelo acabó imponiéndose cuando claudicó el enemigo. Fue algo así como si a la Mannschaft le tocara su turno después de esperar pacientemente en la cola del éxito.

Triunfaba de esa manera una generación virtuosa cincelada desde la base. Un grupo de jóvenes con buen gusto por el arte de crear a los que se habían unido los predecesores más aptos, supervivientes de épocas pretéritas donde la gloria se tocaba sin abarcarla. La mezcla entre el hambre de los cachorros y las ganas de morder de los veteranos.

Esa alegría en el podio era la cúspide de una pirámide que empezó a levantarse en su día sobre el sustrato que suponía la falta de ambición, un mal que suele castigar a los que se coronan campeones tras un camino extenuante para lograrlo. En Alemania, como en otros países, el obligatorio proceso de reconstrucción adquiere rasgos cíclicos.

Con excepción de la corona lograda en 1990, cuatro años antes de lo previsto, la selección germana acostumbra a triunfar en la cita más importante a nivel internacional cada dos décadas. Lo hace además atendiendo a un patrón de conducta no escrito que indica que al título le sigue el fracaso y un posterior crecimiento que les aproxima poco a poco hasta el objetivo.

Algo semejante sucede con Italia, que desde el año 1982 no falla a su cita con las finales cada doce veranos. O con Brasil, que cada vez que alcanza la penúltima ronda desde la edición de 1938 lo hace mínimo dos veces de forma consecutiva. Incluso coincidiendo con relevos de vestuario, los datos reflejan que algunas naciones están mejor preparadas que otras para el cambio.

Los tiempos  se reducen cuanto más focalizada está la planificación y más calidad tienen los sistemas formativos. Francia, por ejemplo, fue capaz de reinar en casa aprovechándose de la inversión que hizo en futuro para que eso sucediera. Algo parecido aconteció con España en Sudáfrica. En ambos casos el golpe posterior ha sido grande y tendrán que ser los que vienen por detrás quienes levanten de nuevo la efectiva estructura.

Parece demostrado pues que, para aspirar al trofeo, no basta con la inspiración espontánea de tres o cuatro nombres talentosos sino que cada vez es más necesario un trabajo de base que complemente con orden las virtudes que atesora cada individuo. Aquellos que sean capaces de encontrar la receta para disminuir los plazos y el efecto contagio entre aquellos que lo han ganado todo y quienes no han ganado nada serán quienes se mantengan en lo más alto. Alemania ha sabido interiorizarlo y por eso siempre está ahí, en su punto óptimo de maduración cada veinte años.

Durante este verano, y tal como ha sucedido en el Mundial, el blog se irá actualizando sin fecha fija. De esta forma no habrá posts todos los lunes, miércoles y viernes sino que los iré escribiendo de forma aleatoria. Disculpad las molestias.

No hay comentarios: