miércoles, 8 de enero de 2014

¿Qué ha sido de... Marcelinho Paraíba?

Convertido en uno de los peores equipos capitalinos en lo que a las grandes ligas se refiere, el Hertha de Berlín tiene pocos motivos para sacar pecho por sus actuaciones. Eso sí, a comienzos del siglo XXI sufrió un pequeño repunte gracias a la conquista de dos Copas de la Liga en Alemania, un torneo ya extinto que sirvió como consuelo. Por aquél entonces ya se empezaba a ganar el corazón de la hinchada un futbolista brasileño que llamaba la atención no solo por sus habilidades sino también por el reiterado uso de tintes capilares.
 
Su nombre era Marcelo dos Santos aunque en el campo de batalla se hacía llamar "Marcelinho Paraíba" en honor a la región que le vio nacer y también crecer futbolísticamente ya que fue en el Campinense Clube donde comenzó a sonar con fuerza antes de dar el salto al estado de Sao Paulo. Allí, tras pasar por el Paraguaçuense le llegó su primera gran oportunidad, la de vestir la elástica del Santos de Pelé.
 
Fue un paso breve y con poca historia al que le siguió una experiencia en el Rio Branco y otra más en el Sao Paulo, donde comenzó a despertar el interés de algunos clubes de Europa. En esa puja por hacerse con sus servicios, ganó el Olympique de Marsella. Sin embargo no cumplió con las expectativas y tuvo que retornar a Brasil, jugando para el Gremio.
 
Comenzaron entonces sus mejores años. Pensando quizás en volver a Viejo Continente, Marcelinho dio lo mejor de sí con el conjunto de Portoalegre hasta el punto que la torcida le cambió el sobrenombre de "Paraíba" por el de "Paraúcho" en honor a los gaúchos. Adquirió de nuevo relevancia internacional y sedujo al Hertha para que desembolsara por él una interesante cifra.
 
La apuesta resultó acertada ya que su clase impulsó a los berlineses. Parecía una relación bien avenida pero el carácter de nuestro protagonista acabó saliendo a flote y tras desavenencias con la directiva, se marchó a Turquía para militar en el Trabzonspor. Fue un viaje de ida y vuelta ya que poco después regresaría a Alemania atendiendo a la llamada del Wolfsburgo, última experiencia lejos de casa.
 
Con treinta y tres años, el interés del Flamengo se revelaba atractivo y para allá que fue. Parecía un buen destino pero los continuos retrasos en los pagos le animaron a cambiar de idea y estampar su firma en un contrato con el Coritiba. No le fueron mejor las cosas ya que una vez más tuvo que plantar cara a los problemas económicos.
 
Decidió entonces darle una segunda oportunidad al Sao Paulo pero aquello no resultó. Sin la confianza del entrenador, acabó cedido en el Sport Recife, equipo por el que ficharía meses después. Tras subir con ellos, puso rumbo al Grêmio Barueri y al Boa Sporte, última parada antes de su llegada, hace menos de un mes, al Fortaleza.

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