jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Qué ha sido de... Entrenadores viajeros (I): Bruno Metsu?

 
Los que habéis visitado este blog con regularidad ya sabréis que en ocasiones dentro de esta sección que he dado en llamar "¿Qué ha sido de...?" me gusta hacer seriales dedicados a temas específicos dentro de la globalidad del fútbol. Recuerdo por ejemplo uno dedicado a goleadores olvidados o aquél que narraba las peripecias de los Spice Boys.

Hoy empiezo uno centrado en esos entrenadores acostumbrados a hacer y deshacer maletas para viajar alrededor del globo rumbo a los lugares más insospechados. Seleccionadores de remotos países, técnicos de clubes desconocidos para el gran público, preparadores que hablan lenguas extrañas y conocen arcanos vedados al común de los mortales.

Para empezar nada mejor que Bruno Metsu, el hombre que consiguió llevar a Senegal a los cuartos de final del Mundial de 2002 después de ganar en primera ronda a Francia con aquél solitario gol del El Hadji Diouf que supuso un orgullo para el país. Aquél parecía el primer combinado africano que llegaría a penúltima ronda pero un intenso cruce con Turquía que se decidió en la prórroga lo impidió.

Así este técnico de melena leonina, que hoy libra su batalla más difícil contra un cáncer de colon que le fue detectado muy recientemente, se quedó a las puertas de la gloria en su segunda experiencia como seleccionador. Una experiencia que cambió su vida porque fue allí cuando decidió procesar el islam asumiendo el nombre de Abdul Karim. Justo antes había entrenado Guinea, a donde llegó después de una dilatada carrera en su Francia natal que empezó como jugador y siguió desde el banquillo. Cuando aún se ponía los borceguíes, vistió los colores de equipos como el Lille, el Anderlecht o el Valenciennes antes de retirarse en Beauvais, una localidad al norte.

Lo que allí murió, allí nació. Cambió el pantalón corto por el traje y la corbata, primero como asistente y luego como máximo responsable. Después de aquello el Lille y el Valenciennes, dos clubes en los que ejerció como jugador, le dieron una oportunidad. Tras pasar por el Sedan y el Valance, le llamó Guinea.

Su nomadismo le llevó de Senegal a Oriente Medio, donde afianzó su figura en los años sucesivos. Primero fue el Al Ain de Emiratos Árabes Unidos, luego el Al Gharafa qatarí y finalmente el Al Ittihad saudí. Estos últimos tres destinos resultan curiosos pues suponen el principio de un bucle siniestro que volvió a repetirse como un ciclo similar pero en diferentes situaciones.

Metsu regresó a Emiratos, con quien ganó la Copa del Golfo alcanzando un éxito que se le negó a otros como Don Revie, Dick Advocaat o Roy Hodgson. Cambió de país pero no de cargo, responsabilizándose de los mejores hombres de Qatar. Finalizado la vinculación entre ambas partes, cerró el círculo volviendo al Gharafa.

Se quedó entonces si trabajo hasta que recibió una llamada interesante y esperada. El Al Wasl, que había sucumbido a la tentación de fichar a Maradona como entrenador para vender su imagen y darse a conocer en el mundo, recurrió a él para apagar el fuego encendido por el argentino. Y en esas estaba hasta que le fue detectada la enfermedad a la que ahora se enfrenta. Desde esta humilde bitácora le mando toda la fuerza del mundo. El fútbol necesita gente osada como él.

Por cuestiones personales el blog permanecerá inactivo hasta el próximo lunes. Disculpad las molestias.

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