viernes, 21 de diciembre de 2012

El día del fin del fútbol

Querido fútbol:

Dicen que hoy se acaba el mundo. Yo, personalmente, no me lo creo. O no lo quiero creer al menos. Eso sí, reza el refrán que hombre precavido vale por dos. En caso de que algo sucediera no me gustaría marcharme sin dirigirme a ti de forma personal para despedirme como creo que te mereces.

No recuerdo muy bien cuando nos conocimos. A mi me gusta decir que el primer recuerdo tuyo que tengo fue aquél gol de Jurgen Klinsmann a Bélgica en el Mundial 94, ese en el que el balón choca contra un bidón de agua con furia y lo revienta. Ahora bien, puede que fuera antes, con aquellos cromos en los que los futbolistas de la Liga lucían aún bigote, barba y las canillas casi al aire.

Lo que no olvido es el primer partido que vi en directo. Con el tiempo me enteré de que mi padre, por no evitar una decepción que me hubiera costado digerir, "aceptó" ser estafado por un reventa, que nos colocó a precio de tribuna unas entradas que estaban justo debajo del techo. Fue un duelo aburrido que acabó 2-1, con uno de los goles anotado desde los once metros.

Aquello me dejó huella, quizás demasiada. No tardé en empezar a hacerme equipos de chapas influenciado por mi primo. ¡Y qué equipos!. Con réplicas casi exactas de las camisetas, con todo lujo de detalles, con los números, los nombres... base de alfombra, porterías hechas de cajas de zapatos y un garbanzo por balón. No fue mi única tara. El siguiente paso en la evolución fue intentar reproducir los resúmenes de los partidos que veía en la tele con una pelota de trapo... yo solo y en el pasillo de mi casa. De la mezcla de esos juegos de infancia nació mi gusto por las narraciones y el periodismo deportivo, eso a lo que me dedico a día de hoy.

También tengo, por supuesto, que echarte cosas en cara. No creas que todo van a ser flores. Por tu culpa he tenido un par de torceduras de tobillo, decenas de moratones, centenas de ampollas y miles de raspones y rozaduras. Vale, yo también tuve algo que ver. Mis grandes limitaciones con el balón en los pies siempre he intentado suplirlas con lucha y entrega, generalmente con bastante desacierto, todo hay que decirlo.

Además me has hecho llorar. En 2002 fue de tristeza cuando un egipcio de nombre Al-Ghnadour decidió escamotearnos un pase a semifinales que sobre el terreno de juego, frente a Corea del Sur, merecíamos. Luego de felicidad aquella tarde del 11 de julio de 2010 cuando, después de 120 minutos de sufrimiento, me desmoroné sobre el sofá al coronarnos campeones del mundo, quizás por el privilegio que eso supone, quizás porque pensé que nunca asistiría a algo semejante.

Dicen que eres un elemento socializador. Puedo confirmarlo. Tengo que decirte que gracias a ti conozco a mucha gente. Primero en el patio del colegio y en aquellas tardes de parque donde yo y otros chavales sorteábamos los cristales de las botellas rotas, vaciadas y fragmentadas después del botellón de la noche anterior. Luego, ya más mayor, a compañeros de profesión que comparten, conmigo, sueños irreales de un periodismo de calidad.

Y a jugadores a los que nunca pensé que podría acercarme. Pelé, Maradona, Zidane... ídolos de mi infancia y de tantas otras. Te confesaré que si bien los hay que merecen la pena, otros me han decepcionado con actitudes impropias. Supongo que no siempre es fácil sentirte uno de los mejores y acostumbrarte a ser el centro de atención. Su imagen la difumino como la de aquellos energúmenos que los fines de semana mancillan tu nombre con actitudes violentas con las que liberan sus instintos más salvajes.

Por cierto, no me gustaría despedirme sin agradecerte la aportación que has hecho a este blog. Es innegable que sin tu ayuda nada de lo que aquí se escribe hubiera sido posible. Cada semana me ofreces un abanico inmenso de posibilidades para contar las cosas desde mi punto de vista, sean más o menos agradables. Te debo mucho.

Un abrazo de tu amigo

                                       Carlos Mateos Gil (21/12/2012)

Si el fin del mundo no llega, "De paradinha" regresará a la actividad a comienzos del mes de enero, probablemente la primera semana. En ese post que abrirá el año intentaré hablaros, desde el punto de vista futbolístico, de un país extranjero que visitaré aprovechando estas fiestas. Os deseo feliz Navidad a todos y un próspero año nuevo.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Qué ha sido de... Entrenadores viajeros (II): Henri Michel?

 
La cantidad de técnicos galos repartidos por el mundo siempre ha sido muy elevada. Les ayuda sin duda su idioma natal, que les permite transmitir sus ideas y conceptos de fútbol europeo en lugares como África sin la necesidad de un intérprete que desvirtúe el mensaje. La semana pasada arrancábamos este serial con Bruno Metsu. Esta nos centramos en Henri Michel. Y no será el último que pase por aquí en el futuro.

Nacido en Aix de Provence, al sur del país, Henri tuvo como tantos otros un pasado como futbolista que arrancó en el club de su localidad natal y no fue mucho más allá en cuanto a la trashumancia. Fichó por el Nantes y allí pasó el resto de su carrera vistiendo la camiseta de ese club ilustre. Fueron dieciséis años en el centro del campo donde ganó tres Ligas y una Copa de Francia amén de casi sesenta convocatorias con la absoluta, donde incluso llegó a ponerse el brazalete.

La Federación no le perdió de vista y en cuanto anunció su retirada, le reclutó para hacerse cargo de las inferiores. Con la sub-21 alcanzó el oro en los Juegos Olímpicos y con la absoluta llegó al tercer escalón en el Mundial de 1986, con tan solo treinta y nueve años. Su éxito temprano le valió para probar a nivel de clubes con el Paris Saint Germain, donde solo aguantó una campaña.

Tras unos años en barbecho, decidió volver al fútbol de selecciones, donde tan bien le había ido. Así, aceptó una propuesta de la por entonces emergente Camerún, a la que dirigió en el Mundial de Estados Unidos, ese en el que Salenko le hizo él solito cinco goles al combinado africano en una tarde realmente fatídica.

Aquellos "Leones indomables" que habían sorprendido al mundo tan solo cuatro años antes en Italia se diluían y arrastraban en su caída al técnico, que buscó acomodo en otro país del mismo continente, Marruecos. Bajo su mando, el equipo no fue capaz de alcanzar la Copa África del 96 al finalizar tercera en la fase de clasificación previa por detrás de Burkina Faso y Costa de Marfil.

Sí disputó, por contra, el Mundial del 98 en el que era el retorno futbolístico a su tierra natal tras varios años de ausencia. Aquél conjunto, que en la Copa África de ese mismo año había caído en cuartos contra Sudáfrica, fue apeado en primera ronda dentro de un grupo que compartieron con Noruega, Barsil y Escocia pero no por ello se le acabó el crédito. Este le duró hasta el siguiente torneo continental, en el año 2000. Una dolorosa caída en primera fase forzó su salida.

Comenzó entonces un peregrinaje por diversos territorios cargando con una maleta que echaba humo. La primera parada la hizo en los Emiratos Árabes. La segunda de nuevo en el fútbol de clubes aceptando una oferta del Aris de Salónica griego. Después de aquello, atendió al llamado de Túnez. A las "Águilas de Cartago" la clasificó para el Mundial de Corea y Japón, pero fue cesado tras una paupérrima actuación en la Copa África de aquél año.

Tras una breve estancia en el Raja Casablanca, se desplazó hasta Costa de Marfil para trabajar con la emergente selección. Trabajó con ellos durante el Mundial de Alemania, otro más en su currículum, pero al caer en primera fase fue de nuevo puesto en la calle. Para recogerle estaba el Al Zamalek egipcio. Dejó su puesto cuando volvió a reclamarle Marruecos, pero tras fracasar allí y en el Mamelodi Sundowns, retornó a la tierra de los faraones.

No sería el único equipo en el que repetiría ya que lo mismo sucedió con el Raja Casablanca. Sus últimos destinos, por contra, han vuelto a ser selecciones. Primero Guinea Ecuatorial. Allí su nombramiento fue de lo más discutido y acabó como el rosario de la aurora. Le acusaron de desintegrar el vestuario, de despreciar a los jugadores, de crear mal ambiente, de ningunear a las estrellas... Presentó su dimisión pero en vez de aceptarla Teodoro obiang decidió relevar de su cargo a su hijo Ruslan. Al final el técnico acabó marchándose en su segunda intentona de hacerlo alegando interferencias políticas y después de que jugadores como Benjamín le tacharan de ser un vividor entre otras lindezas.

Sin trabajo pero con ganas de aceptar uno, no se rindió y se hizo con las riendas de Kenia en cuanto tuvo la oportunidad. Eso fue en agosto. Ayer, y tras solo un partido amistoso el pasado 16 de octubre que encima terminó en derrota contra Sudáfrica, presentó la dimisión afirmando que no había encontrado un acuerdo en referencia a algunas disposiciones de su contrato. Seguro que pronto le veremos en otro remoto lugar.

martes, 18 de diciembre de 2012

Rooney, la garantía


Fue el primer día del mes de marzo del año 2011. En Stamford Bridge medían sus fuerzas los dos equipos más poderosos de aquella temporada. De un lado el Chelsea, conjunto local. Del otro el Manchester United. El encuentro fue frenético como era de esperar. Los tantos de David Luiz y Lampard contrarrestaron el inicial de Rooney, que había hecho soñar a los "Red Devils" con una victoria. Los precedentes lo daban a entender así.

Aquél choque de hace dos temporadas fue el último en el que un gol del punta de Liverpool en la Premier no valía para nada. El que cierra, de momento, una lista bastante corta. Solo en cuatro ocasiones desde que llegó a la máxima categoría del fútbol inglés, con dieciséis años, sus equipos se han ido de vacío cuando él ha visto portería.

La primera fue en un su campaña de debut con el Everton en el ya extinto Highbury. Rooney puso el empate contra el Arsenal pero Vieira acabó desnivelando el marcador. No volvería a sucederle algo así como "toffe" pero sí contra los gunners. En la 06/07 un cabezazo suyo a centro de Evra puso el 0-1 ya en el Emirates pero Van Persie y Henry alteraron el esperado final en los últimos tres minutos. En la penúltima, el rival fue otra vez el Chelsea y la situación pudo suponer un disgusto. A solo una jornada para el final y contra su rival más directo por el título, logró una igualada que a la postre resulto inservible.

Puede que todo esto sea casualidad, que sean cifras anecdóticas de las que no se puede sacar conclusión alguna. Pero nadie que que conozca a este tipo con pinta de matón de feria y estibador de puerto que ha madurado con el paso del tiempo, en una evolución impensable cuando se materializó ante los ojos del mundo entero, diría algo así.

Rooney no es solo un excelente jugador de fútbol. Es un líder, un hombre carismático cuya capacidad de batalla es contagiosa. Su peso específico ha crecido de forma exponencial al ser amamantado por vacas sagradas como Ferguson, Scholes o Giggs. Cuando está inspirado sus compañeros se contagian. Cuando no funciona, el vestuario se resiente y es más vulnerable a las derrotas. 

No es un talismán porque esa definición deja demasiado espacio a la suerte. Es más bien alguien decisivo que nunca se sale del partido, un jugador cuyos goles tienen un valor añadido. Rooney ha sabido encontrar su sitio y tras coquetear con una posible salida, ha alterado su mentalidad dando un paso al frente. Cumple con lo que le pide su entrenador, se mueve para recoger el esférico donde haga falta, ha aprendido a compartir su magia, trabaja más y no duda en bajar al centro del campo a recoger el esférico.

Mientras otros tienden a evolucionar hacia lo que requiere el fútbol moderno, él ha seguido el camino contrario, una arcaización que le ha convertido en el futbolista total que predominaban en los campos fangosos de dos o tres décadas más atrás. Un hombre de club que se deja la piel, cuya única concesión a la metrosexualidad en un burdo injerto capilar. Ahora está en forma, perfora porterías con recurrencia y por eso, aunque no solo, el United no pierde desde el 29 de septiembre. Mientras siga así no hay nada que temer. Es garantía de éxito.

jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Qué ha sido de... Entrenadores viajeros (I): Bruno Metsu?

 
Los que habéis visitado este blog con regularidad ya sabréis que en ocasiones dentro de esta sección que he dado en llamar "¿Qué ha sido de...?" me gusta hacer seriales dedicados a temas específicos dentro de la globalidad del fútbol. Recuerdo por ejemplo uno dedicado a goleadores olvidados o aquél que narraba las peripecias de los Spice Boys.

Hoy empiezo uno centrado en esos entrenadores acostumbrados a hacer y deshacer maletas para viajar alrededor del globo rumbo a los lugares más insospechados. Seleccionadores de remotos países, técnicos de clubes desconocidos para el gran público, preparadores que hablan lenguas extrañas y conocen arcanos vedados al común de los mortales.

Para empezar nada mejor que Bruno Metsu, el hombre que consiguió llevar a Senegal a los cuartos de final del Mundial de 2002 después de ganar en primera ronda a Francia con aquél solitario gol del El Hadji Diouf que supuso un orgullo para el país. Aquél parecía el primer combinado africano que llegaría a penúltima ronda pero un intenso cruce con Turquía que se decidió en la prórroga lo impidió.

Así este técnico de melena leonina, que hoy libra su batalla más difícil contra un cáncer de colon que le fue detectado muy recientemente, se quedó a las puertas de la gloria en su segunda experiencia como seleccionador. Una experiencia que cambió su vida porque fue allí cuando decidió procesar el islam asumiendo el nombre de Abdul Karim. Justo antes había entrenado Guinea, a donde llegó después de una dilatada carrera en su Francia natal que empezó como jugador y siguió desde el banquillo. Cuando aún se ponía los borceguíes, vistió los colores de equipos como el Lille, el Anderlecht o el Valenciennes antes de retirarse en Beauvais, una localidad al norte.

Lo que allí murió, allí nació. Cambió el pantalón corto por el traje y la corbata, primero como asistente y luego como máximo responsable. Después de aquello el Lille y el Valenciennes, dos clubes en los que ejerció como jugador, le dieron una oportunidad. Tras pasar por el Sedan y el Valance, le llamó Guinea.

Su nomadismo le llevó de Senegal a Oriente Medio, donde afianzó su figura en los años sucesivos. Primero fue el Al Ain de Emiratos Árabes Unidos, luego el Al Gharafa qatarí y finalmente el Al Ittihad saudí. Estos últimos tres destinos resultan curiosos pues suponen el principio de un bucle siniestro que volvió a repetirse como un ciclo similar pero en diferentes situaciones.

Metsu regresó a Emiratos, con quien ganó la Copa del Golfo alcanzando un éxito que se le negó a otros como Don Revie, Dick Advocaat o Roy Hodgson. Cambió de país pero no de cargo, responsabilizándose de los mejores hombres de Qatar. Finalizado la vinculación entre ambas partes, cerró el círculo volviendo al Gharafa.

Se quedó entonces si trabajo hasta que recibió una llamada interesante y esperada. El Al Wasl, que había sucumbido a la tentación de fichar a Maradona como entrenador para vender su imagen y darse a conocer en el mundo, recurrió a él para apagar el fuego encendido por el argentino. Y en esas estaba hasta que le fue detectada la enfermedad a la que ahora se enfrenta. Desde esta humilde bitácora le mando toda la fuerza del mundo. El fútbol necesita gente osada como él.

Por cuestiones personales el blog permanecerá inactivo hasta el próximo lunes. Disculpad las molestias.

martes, 11 de diciembre de 2012

Braunschweig, donde nació la locura

 
Un día Konrad Koch tuvo una idea. La tuvo de hecho antes que nadie en su país, si bien es cierto que era cuestión de tiempo que otro hubiera venido con la misma cantinela. De hecho hay quien dice que en Dresden algunas personas se le adelantaron, aunque no hay suficientes elementos de juicio como para demostrarlo.

La revolucionaria ocurrencia de Koch, la que convierte a este sencillo maestro de escuela en un pionero y sin saberlo en un ídolo de masas, fue disputar un partido de eso que llamaban fútbol sobre suelo alemán en el otoño de 1874. Más que una iniciativa resultó un experimento, con sus alumnos como cobayas humanas. Les juntó en una calle, tiró al aire un balón de rugby que su su asistente August Hermann había traído de Inglaterra y dejó que todo se desarrollara con naturalidad, sin ningún tipo de limitación.

Lo que vio debió de gustarle pues solo un año después se decidió a publicar las primeras reglas en germano para su práctica y a crear el primer equipo. Poco le importó que le tacharan de loco por jugar a aquella "tontería inglesa" y que amenazaran con echarle de su puesto de trabajo. Hoy muchos de aquellos que usan el balompié como medio de evasión besarían por donde pisa.

Sin embargo esta historia se quedaría en nada sino habláramos del lugar de los hechos. Lo que en España son las Minas de Riotinto, en Alemania es la localidad de Braunschweig, un lugar en la Baja Sajonia que estas fechas luce más radiante que nunca. Allí la Navidad se pone su traje más blanco para recibir un mercadillo pintoresco de ciento cuarenta expositores en los alrededores se la catedral. Sobre las repisas se exhibe artesanía, en el ambiente huele a salchichas y las copas rebosan de vino caliente. Se brinda y se celebra. Este año más que nunca. El fútbol es el motivo.

Fue hace mucho tiempo, hace más de cuarenta y cinco años, cuando aún no había empezado la dictadura del gran Bayern. El Eintracht de Braunschweig fue, aunque pueda parecer extraño, el rey del país. Campeonó de forma inesperada de la mano del Helmuth Johannsen en una época donde era un fijo de la Bundesliga junto a los más grandes. Aquella imagen de gloria la borró el tiempo y tras muchas nevadas,el equipo acabó sepultado en las catacumbas del balompié teutón.

Tanto es así que hace apenas cuatro años los leones coquetearon con el cuarto escalón del sistema, una especie de humillación para una afición que nunca dejó de lado al equipo. Un grupo de admiradores caracterizados por su fidelidad que en las malas también pintaban el campo de amarillo y azul con bufandas y banderas. Justo en esos instantes de agonía, el cielo atendió sus plegarias.

Lo que mandó no fue nada del otro jueves, al menos a simple vista. Un tipo menudo con cara de jugador de los de antes y orejas de soplillo tan solo conocido por ponerse durante cuatro años la camiseta del club y por viajar con la Mannschaft sub-21 en tres ocasiones. Torsten Liebernekcht era una solución de urgencia para parchear la salida inevitable de Benno Mohlmann. Dirigía en las inferiores y no destacaba por nada. Sin embargo, lo cambió todo.

Como en una buena película americana de sobremesa, ese futbolista que se quedó por el camino cogió un vestuario deshecho y desmotivado para, con trabajo, llevarle hasta la gloria. En ello anda. Primero le salvó, luego lo asentó, hace dos años lo subió a la 2.Bundesliga. Tras finalizar octavo el pasado curso el Eintracht de Braunschweig, cuyo estadio se sitúa a escasos cuatro kilómetros de esa calleja donde un día Koch dejó caer un balón de rugby, es hoy líder en solitario y sueña con volver al máximo nivel. En el argumento, por supuesto, hay también un bala perdida reconvertido y un veterano que ha vivido los momentos más amargos tras llegar justo cuando su míster se retiraba.

El primero es el congoleño Dominick Kumbela, un delantero sancionado por consumo de cannabis, por verse envuelto en asuntos de apuestas ilegales y por algún que otro altercado nocturno. Su opuesto el capitán Dennis Kruppke. Entre los dos suman diecisiete de los treintaiún goles de un bloque que ya aventaja en nueve puntos al tercer clasificado. Si nada se tuerce, la ciudad donde un loco quiso practicar aquella "tontería inglesa" recibirá de nuevo a los mejores del país. Con más cámaras, con más seguidores, con otro tipo de locura -la que se vive en las gradas- pero con el mismo espíritu.

jueves, 6 de diciembre de 2012

¿Qué ha sido de... Mourad Meghni?

 
"El nuevo...". Esos puntos suspensivos, que suelen ser sustituidos por el nombre de un futbolista de nivel contrastado, han levantado tantas carreras como las que han hundido. Messi fue en su día "el nuevo Maradona"; Neymar se considera "el nuevo Pelé". Ha habido "nuevos" Ronaldos, Romarios, Cruyffs... y, sobre todo, "nuevos" Zidanes. Ese sambenito con el que han tenido que cargar jugadores como Nasri o Hazard lo llevó en su día nuestro Mourad Meghni.

Fue quizás el primer "heredero", en parte porque los paralelismos entre ambos existían. Más allá de sus dotes con el balón en los pies, que en el caso de este por entonces joven futbolista eran notables, a ambos les unían sus orígenes argelinos. Cuando Meghni comenzó a despuntar en las inferiores de Francia, saltó la liebre.

Su primer momento de gloria le llegó el Mundial sub-17 del año 2001. Se había criado en Clairefontaine al igual que otras tantas estrellas del país y con algunos de ellas fue creciendo y sumando títulos como el torneo de Toulon en el año 2004. El míster, Girard, le alababa y mientras él pulía su talento en la cantera del Bolonia, a la que llegó con solo 16 primaveras.

Sin embargo ser joven y bueno no garantizó en su caso el prestigio. A la precocidad no le siguió la madurez y comenzaron a no cumplirse las expectativas.  Alejado de su tierra natal, en un país en el que no hablaba el idioma y donde no podía demostrar todo su talento, se fue apagando. Fue cedido al Sochaux francés pero sobre sus hombros tuvo que cargar con dos pesos: Los problemas físicos y la eterna comparación.

A su vuelta, sin embargo, demostró ser un jugador más fuerte y mentalmente mejor preparado. Una buena campaña con el Bolonia le bastó para cambiar de aires rumbo a la capital para vestir la elástica del Lazio. Las buenas noticias no vinieron solas. A este fichaje y a su regularidad le siguió la posibilidad de debutar a nivel internacional. No fue con Francia sino con Argelia, nación con la que se quedó a las puertas de disputar el Mundial de Sudáfrica porque, de nuevo, una inoportuna lesión apareció de la nada cuando mejor estaba.

Al final la competencia acabó con sus oportunidades en Italia y ambas partes decidieron poner fin a su relación contractual. Cansado del fútbol europeo decidió romper con su vitola de "eterna promesa" y resucitar lejos. Escuchó la llamada del fútbol catarí antes de lo que otros suelen hacerlo. Primero fichó por el Umm-Salal. Luego fue prestado al Al Khor. Finalmente, con 28 años, ha acabado en el Lekhwiya. Ya nadie le asemeja a Zizou. Para bien o para mal.

Con motivo del puente, no habrá post el próximo viernes. "De paradinha" volverá a actualizarse el lunes. Disculpad las molestias.

martes, 4 de diciembre de 2012

El adiós de un icono

Aquella final de Copa del año 1987 es probablemente el mayor escándalo que se recuerda en la historia del fútbol rumano. Y eso que el listón es bastante alto. De un lado comparecía el Steaua, el equipo de un ejército que comandaba Ilie Caucescu y que tenía en Valentin Caucescu a su máximo forofo. Por sus apellidos les conoceréis: El primero era el hermano de Niculae, el dictador. El segundo, su hijo.

El rival ese día era el Dinamo de Bucarest, club apadrinado por el Ministerio de Interior, y el partido se acercaba al final con 1-1 en el marcador. Fue entonces cuando el colegiado decidió anular un tanto de Balint por fuera de juego a instancias de su asistente. En una iniciativa inusitada, los jugadores del Steaua abandonaban en bloque el césped descontentos con lo decretado. Como era lógico, y tras esperar veinte minutos para ver si todo volvía a la normalidad, algo que no sucedió, se decretaba el final del partido y se daba la victoria por 3-0 para el Dinamo.

Todo hubiera quedado en una extraña anécdota si no fuera porque la película iba a tener un desenlace diferente. Mientras el común de los mortales entendía que entregar el trofeo al único que quedó sobre el césped era lo lógico, Niculae Caucescu y su esposa discrepaban. Demostrando una vez más que por encima de las leyes del deporte estaban sus antojos, firmaron el documento del Consejo Nacional de Deportes que daba ganador por 3-0 al... ¡Steaua! y de paso inhabilitaba al trío arbitral durante un año.

Este último estaba encabezado por Radu Petrescu, quizás el nombre más conocido en su ámbito a nivel nacional por aquél entonces. Quizás por la injusticia que se cometió con él, quizás porque le convenció para que limpiara su nombre en los terrenos de juego, su hijo Silviu decidió seguir sus pasos al descubrir que su carrera como futbolista no iba a llegar tan lejos como él hubiera deseado y quizás sería más útil tomando decisiones.

Hizo las maletas y se marchó de la que por entonces era una decadente tierra natal con su silbato rumbo a la tierra de las oportunidades. No pisó en cambio Estados Unidos, sino que se refugió en Canadá. Allí, alejado del mundanal ruido, de la sombra de su padre y de los rescoldos de aquella final de 1987, comenzó a dirigir partidos en ligas menores. Como el sueldo estaba años luz del caché de las grandes ligas del Viejo Continente, se buscó una actividad alternativa con la que obtener más ingresos.

Eligió ponerse al volante de un taxi, un trabajo de autónomo que le servía como medio para dedicarse a ese fin que tanto ansiaba. La paz que encontraba entre las cuatro puertas de su automóvil contrastaba con sus golpes de carácter en el campo, donde le era imposible pasar desapercibido dados sus además bruscos y su gigantesca estatura.  Hoy ese tipo que llegó de Rumanía es historia. No solo porque ha sido seleccionado como el mejor colegiado de la MLS: Petrescu pitó ayer la final de la Copa, es decir, el último partido de Beckham en territorio norteamericano.

Independientemente de su aportación deportiva, intermitente y con parones para no perder la forma y no ganarse la desmemoria de sus paisanos europeos, es innegable que hay un antes y un después de su aterrizaje en Los Ángeles. Su imagen ha sido un trampolín para dar a conocer al mundo una competición que a día de hoy es embrionaria si tenemos en cuenta a lo que aspira en convertirse.

Es evidente que el 'soccer' tiene de momento la batalla perdida en materia de popularidad con respecto al béisbol, el fútbol americano, el baloncesto y el hockey. Pero vamos avanzando. Con excepción de aquél faraónico Cosmos, hasta hace no demasiado hubiera sido impensable ver a estrellas de ultramar luciendo palmito en Estados Unidos. Sin embargo ese camino que inició el que hoy se va lo aprovecharon otros como Robbie Keane, Rafa Márquez o Thierry Henry para superar sus complejos.

Cruzar el Atlántico ya no se considera un fracaso sino una opción digna de pegarle patadas al esférico por última vez. En la escala de cementerios de elefantes, la MLS ha conseguido ganarle la batalla a Oriente Medio y al Lejano Oriente gracias a un halo de dignidad y competitividad que le permite reclutar a mejores jugadores a edades cada vez más tempranas.

Con su precisión en las faltas, su look camaleónico y una mujer habitual del papel couché; David Beckham ha sido un revolucionario sin quererlo. No tiene el glamour de un quaterback o un pitcher pero ha conseguido importar el encanto de lo desconocido. Es el extraño que llegó de lejos para traer un nuevo deporte, un puzzle casi indescifrable del que solo se tenían piezas sueltas como aquél Mundial de 1994 o los amistosos de pretemporadas.

En una época en la que los hispanos están cada vez más presentes, donde la globalidad de los duopolios Barcelona-Real Madrid Messi-Cristiano Ronaldo es innegable; nadie puede escapar del influjo. A pesar de todo, nada sería igual si Beckham no se hubiera dejado caer por allí, si su figura icónica hubiera pasado desapercibida.

Su testigo lo recoge ahora un hombre aún joven y teóricamente más cualificado en lo futbolístico. Así lo acredita al menos el Balón de Oro que atesora, solo un trofeo más de la pléyade de distinciones individuales que ha recibido durante su carrera. La más que segura llegada del brasileño Kaká en apenas unos meses supone un soplo de aire fresco ahora que el trono de sumo pontífice del balompié yankee queda vacante por la renuncia de su último inquilino. Comienza el nuevo orden. 

viernes, 30 de noviembre de 2012

Hablando de fútbol con: Juanfran García (AZAL PFC Baku)

 
P. ¿Cómo acaba un futbolista que jugaba en un pequeño pueblo alicantino llamado La Nucía en el AZAL Baku de la liga azerí?

R. Todo surge a raíz de un contacto de mi representante en Rusia. Ellos estaban interesados en que asistiera a unas pruebas ya que les había enviado el historial de mi carrera y les había dado buenas referencias.

P. ¿Cómo reaccionaste cuando recibiste la oferta?

R. Bien. Me puse muy contento porque ahora la situación en las categorías inferiores del fútbol español no es la mejor. El Elche me había llamado un tiempo antes y estuve trabajando con ellos toda la pretemporada pero al final la contratación no llegó a cuajar.

P. ¿Cómo está siendo tu adaptación?

R. Muy buena. No sé el idioma pero un término medio de entendimiento es el inglés así que me puse en marcha con él. Con la ayuda de los traductores del club, la verdad, es todo más fácil.

P. ¿Cómo es el día a día de un futbolista español en Azerbayán?

R. Muy normal y similar al de España. Entreno, descanso y en los ratos libres aprovecho para aprender y estudiar más el idioma. Luego cuando puedo paseo por la capital y conozco un poco más Baku.

P. ¿Conoces a más compatriotas que como tú hicieron las maletas por trabajo y se marcharon a vivir allí en busca de una oportunidad?

R. Sé de varias personas españolas que como yo están aquí pero no he tenido la oportunidad de ponerme en contacto con ellas puesto que los equipos en los que ejercen juegan a cinco o seis horas de mi. Pero he conocido a brasileños y argentinos, cuyo idioma es bastante similar. Es agradable poder entenderte a la perfección.

P. ¿Cómo es el país? Su cultura, su clima, sus gentes...

R. Baku es una ciudad muy conocida. De hecho el festival de Eurovisión se celebró aquí. Azerbayán es un país que está creciendo mucho gracias al descubrimiento de petróleo y puedo asegurar que dentro de unos años habrá gente que querrá jugar al fútbol por esta zona. Sus habitantes son muy religiosos y tienen una forma de ser un poco extraña para mí. La respeto aunque no creo que logre adaptarme a ella. Quizás lo más triste aquí sea la afición al fútbol. En España somos más valorados y eso se agradece. En cuanto al clima, es un poco seco y en invierno muy frío y con grandes nevadas. Pero también apetece ya que en los equipos en los que estuve nunca me pilló una.

P. Leí en tu Twitter que el derbi contra el Baki fue el peor partido de tu carrera. ¿Qué pasó? ¿Eres muy activo en la red social del pájaro?

R. Fue un partido en el que el trabajo estratégico y táctico que hicimos no funcionó. Cuando las cosas salen mal desde el principio a veces resulta un poco difícil cambiarlo. En cuanto a las redes sociales sí, soy muy activo, tanto en Twitter (@3juanfran) como en Facebook. Me gusta tener a mis amigos y a la familia informados. Es agradable recibir apoyos y saber que tu gente está ahí.

P. ¿Cómo es el fútbol allí?. ¿Toque o pelotazo?. ¿Cómo se trabaja con respecto a España?
 
R. Las ideas de los entrenadores y directores son muy claras. Se habla muy bien de nuestro país. En especial tienen como referencia al Barcelona, lo que significa que les gusta tener mucho el control del juego y salir tocando el balón.

P. En lo personal imagino que estarás satisfecho. Eres titular indiscutible...

R. Deportivamente estoy muy contento. Tengo la suerte de haberlo jugado todo y poder ayudar al equipo con todo lo que sé.

P. ¿Te preguntan tus compañeros por el fútbol de aquí?. ¿Qué referencias tienen de la
selección?. ¿Son más del Madrid o del Barcelona?

R. La selección aquí es magistral. Solo se hablan cosas buenas. He de decir que como lateral izquierdo que soy y extrajero en el país, mis compañeros me dicen "Alba". La verdad es que no me molesta que me llamen como al gran Jordi. Sería un honor poder compartir vestuario con él.

P. ¿Piensas algún día volver a España o a día de hoy no te lo planteas?

R. Ahora mismo salvo que me llamara un equipo de Primera o a lo sumo de Segunda no me iría. Estoy muy contento y con la ilusión de poder clasificarnos para la Europa League, que es algo que todo futbolista quiere. Eso sí, mi sueño es jugar en Primera y en la selección. 

jueves, 29 de noviembre de 2012

¿Qué ha sido de... Danijel Ljuboja?


En la galería de peinados estrafalarios que proliferan en el fútbol moderno, el del serbio Danijel Ljuboja siempre ha ocupado un lugar destacado. Tanto es así que si no fuera por él, probablemente habría ingresado la lista de los futbolistas anónimos hace ya tiempo, cuando se demostró que no estaba capacitado para triunfar en un grande y que su techo pasaba por ocupar un papel secundario dentro de clubes de nivel medio europeo.

Sin embargo resulta complicado pasar desapercibido cuando mides casi 1,90 y en tu cabeza se dibuja un mosaico surreal de rayas negras y amarillas que podría lucir cualquier protagonista de las películas ochenteras de ciencia ficción. En principio fue una en el centro de la cabeza, luego fueron dos, luego tres, luego otra vez dos... difícil explicar los mecanismos mentales que orientaban al punta en sus gustos estilísticos.

Nacido en la localidad croata de Vinkovci pero internacional con Serbia y Montenegro hasta en diecinueve ocasiones, pasó por la cantera del Osijek y el Estrella Roja antes de militar en las inferiores del Sochaux. Sus cualidades, diferentes a las de muchos delanteros que abundaban en el país, se abrieron las puertas del primer equipo. No lo hizo mal en las dos temporadas con el equipo de la Peugeot.

Marcó goles y llamó la atención de otros clubes del país galo. Fue el Estrasburgo quien le reclutó finalmente. Gracias a ello puede contarle a sus nietos que compartió vestuario con Chilavert pero a cambio sufrió un descenso en medio de una época de cambios. A pesar de las eventualidades él lucía. Por ello dio su primer gran salto rumbo al Paris Saint Germain a cambio de más de tres millones de euros.

Por entonces el club capitalino no era ni la sombra de lo que es hoy cuando el vivir en la "Ciudad de la Luz", uno de los lugares con más encanto del planeta, le estaría vetado dado el elenco de estrellas importadas por el jeque. Llegó a jugar la Champions y metió algún que otro gol antes de ser enviado a Alemania, el país en el que pasaría los siguientes años de su vida. No sabía lo que le esperaba.

Primero aterrizó en Stuttgart como cedido antes de quedarse definitivamente. Sin embargo problemas con su contrato le obligaron a trabajar con el segundo equipo antes de marcharse a préstamo con el Hamburgo durante una campaña. Allí también llegó a militar en el reservas pese a sus 28 años. Volvió, y al invierno siguiente se enfundó en el mismo régimen la camiseta del Wolfsburgo, donde tampoco terminó de afianzarse.

Ya libre, este futbolista que había movido quizás más dinero del que en realidad valía, retornó a Francia para defender el escudo del Grenoble. Lo hizo un curso antes de escuchar la llamada del Niza, donde estuvo hasta julio de 2011. Renunció entonces al lujo y la buena vida de la costa azul y exploró un país en el que nunca había estado antes con anterioridad, Polonia. Allí, a los 34 años, ya maduro, ha vuelto a encontrarse consigo mismo. Tras acabar la pasada temporada tercero, su equipo el Legia Varsovia es el líder de la Ekstraklasa. Él, con nueve goles, es el pichichi.
 
Hoy por la noche publicaré una interesante entrevista con el futbolista español del AZAL PFK Baku, Juanfran García. Os recomiendo que le echéis un vistazo.

martes, 27 de noviembre de 2012

Lo que Boney le debe a Bony

 
Fue en mayo de 1976 cuando Boney M. sacó al mercado el single que cambiaría su vida, "Daddy Cool". La voz grave de Frank Farian contrastaba con los coros de las mujeres que componían junto a él la formación, creando entre todos un himno disco con tintes sensuales que fue la antesala de otros casi analógicos como "Rasputin".

Con el tiempo las nuevas corrientes musicales han convertido todo aquello en obsoleto, algo rancio que linda con lo hortera propio de una época que parece mas pretérita de lo que en realidad es. Se han producido intentos vanos de recuperarlo a través de campañas publicitarias y parodias pero nunca hasta la fecha nadie había tenido la idea de vincularlo al fútbol para evitar el olvido.

Ha tenido que ser una afición eufórica la encargada de dar ese paso al frente en compadreo con su nuevo héroe, uno de esos futbolistas que visten la camiseta de un equipo casi por casualidad en su camino hacia un éxito personal que se da por seguro. No son muchos los que alcanzan la categoría de estrellas. De los elegidos, la mayoría salen de las canteras de los clubes importantes y suben al primer equipos.  Los demás a lo sumo pasan por una o dos entidades, procedentes de su país de origen o descartados por los grandes, antes de dar el paso definitivo.

Es el caso de un tipo que físicamente parece más grande y fuerte de lo que dice su ficha, que viste de amarillo y negro, que actúa con instinto asesino y se aleja del lugar de los hechos al trote mientras de fondo suena ese "Daddy Cool" que tan poco se asemeja al estridente sonido que acompaña a Norman Bates en "Psicosis".

Se llama Wilfried Bony, juega en el Vitesse y es el delantero de moda en la Eredivisie o, lo que es lo mismo, el último inquilino de una lista de privilegiados en la que figuran nombres como Zlatan Ibrahimovic, Romario, Ronaldo, Luis Suárez, Ruud Van Nistelrooy o Klaas-Jan Huntelaar, jugadores todos ellos de sobra conocidos por un aficionado que maneje el ABC del deporte rey.

Nacido en Costa de Marfil, jugó al Fútbol-7 en las calles dentro de esas competiciones locales conocidas como "El Maracaná" antes de ser captado por la prestigiosa academia del ex futbolista Cyrille Domoraud, escaparate de lujo para los equipos del Viejo Continente. Fue probado por el Liverpool y por varios equipos irlandeses pero nadie acabó seducido por sus virtudes. Menospreciado, entró en acción el Sparta de Praga y comenzó la fiesta.

Su leyenda ha ido creciendo desde entonces. Se fue traspasado a Arnhem por 3,8 millones y ahora está tasado entre diez y doce... de momento. La culpa la tienen sus goles, hasta quince en catorce partidos de todos los colores y formas. Poco o nada le importa la entidad del rival. Dos se llevó el Ajax, uno el PSV este fin de semana. Es el alfa y el omega de un equipo que está superando todo lo esperado, el talismán de una afición que se entrega en cuerpo y alma a su figura, que admira su profesionalidad y le recibe con tifos que ocupan un fondo entero de arriba a abajo.

Demasiados paralelismos con su ídolo, con el espejo en el que se mira, con la figura a la que todos quieren buscarle un parecido. Lejos de divismos Wilfried Bony y Didier Drogba son amigos. El segundo, embajador mundial del fútbol costamarfileño y también africano con permiso de Etoo, es un guía, un consejero. Se llaman por teléfono, el maestro orienta al aprendiz. El pequeño le cuenta sus inquietudes al mayor.

Le cuenta que vive un sueño pero que ansía más. Que en Holanda es querido, admirado, pero sufre por algo que no puede controlar. Una situación burocrática que le supera y le entristece, la de las férreas leyes migratorias. En territorio donde produce felicidad para miles de personas, él es un hombre triste por no poder estar cerca de los suyos, a los que se les niega el visado de entrada.

Todo hace pensar que le ha llegado el momento de enrolarse en una gran liga, que el glamour llama a su puerta, que ya no puede sortear a un destino que ha decidido de forma caprichosa que debe ser él quién recoja el testigo de los tótems balompédicos africanos. En en invierno o en verano pero siempre más pronto de lo que le gustaría, el Vitesse, que vive en el sueño etéreo de pelear con los mejor, deberá despertar y volver a "su" realidad. Esperar otros quince años, los que han trascurrido desde que se dejara caer por allí un joven y por entonces desconocido Roy Makaay. Poco dura la alegría en la casa del pobre.

viernes, 23 de noviembre de 2012

De parche en parche

Los resultados no perdonan y el desenlace se veía venir desde hace tiempo. Nunca desde que llegó al cargo nadie en el Chelsea pareció mostrar su confianza de Roberto Di Matteo y al final su cabeza, que llevaba meses pendiendo de un hilo, ha caído como fruta madura al llegar el primer tropiezo serio. Ni siquiera ganar la Liga de Campeones, el sueño incumplido de Abramovich, logró darle crédito, solo prolongar su agonía.

Hasta entonces tuvo excusas. Que si había cogido a un vestuario cabreado con el mundo y lleno de perros viejos, que si su planteamiento rácano contra el Barcelona desafiando al pensamiento único del fútbol de toque que se ha instaurado de un tiempo a esta parte había resultado efectivo, que si conocía bien la casa... Todos sus argumentos se acabaron cuando en verano el conjunto londinense se decidió a cambiar el rumbo.

Desafiando el rigor defensivo y el orden táctico del italiano, en los despachos se optó, al fin, por traer futbolistas diferentes. Jóvenes de esos con descaro que gustan de la velocidad en el juego y la fantasía. Talentos emergentes capaces de aportar esa magia que no se recordaba en Stamford Bridge desde tiempos de Zola. Era una forma de abrirle la puerta al entrenador después de que este hiciera aseadamente el trabajo sucio. No se le podía echar, pero se le podían poner todos los obstáculos para que así fuera. Y al mismo tiempo renovar el fondo de armario con piezas codiciadas por todos.

Así ha sido. Di Matteo no ha sabido conducir el nuevo transatlántico y la malas actuaciones en la Liga de Campeones han precipitado su adiós anunciado. Era un grupo difícil, es cierto, pero no hay consuelo. El Chelsea se quedará fuera a las primeras de cambio con casi toda seguridad y pelear por la Premier cuando se ha sido el rey del Viejo Continente ya no parece suficiente.

Las dudas surgen ahora en el nombramiento de su sustituto. Resulta duro ver a Rafa Benítez aceptar un trabajo como temporero de seis meses. Son prorrogables, sí, pero esa falta de ambición, de orgullo y en parte de dignidad (en su día rajó sin pudor del que hoy es su nuevo club) demuestran que en tiempos de crisis nadie está dispuesto a bajarse de la rueda de los banquillos, aunque lo que se encuentra pueda convertirse en una bomba de relojería.

Porque a pesar de tener más títulos y más experiencia, entre Benítez y Di Matteo no parece existir una diferencia demasiado sustancial. Si consigue hacer funcionar a Torres los capitalinos ya habrán logrado mucho. Pero parece difícil que pueda sacar lo mejor de otros como Hazard u Oscar, que para colmo aún están en fase de adaptación.

Parece que en el Chelsea falta coordinación. Que se pretende hacer un proyecto que maraville pero dirigido por técnicos que no encajan con esa idea. Quizás la mejor solución hubiera sido empezar a pensar ya en el futuro y no en conquistar títulos en el presente inmediato, con soluciones de calidad pero de urgencia. Ojalá el español triunfe en su nueva etapa pero a día de hoy no creo que ni él mismo esté de verdad convencido de la decisión que ha tomado. Aunque gane, la sombra de un ruso con delirios de grandeza que nunca ve saciada su hambre de fama seguirá flotando sobre su figura. Él es que manda, el que hace y deshace. ¿Su problema? Que no sabe de fútbol.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Qué ha sido de... Joaquim Agostinho?



La crisis es la principal responsable de que no corran buenos tiempos para muchos equipos del fútbol español. Son varios los que han desaparecido o los que han estado cerca de hacerlo y de todos ellos varios tienen en común un nombre, el de Joaquim Agostinho.

Evidentemente la mala gestión en los despachos de algunos presidentes irresponsables no es culpa del portugués pero con el paso del tiempo uno puede darse cuenta de que algo de Atila tenía. En casi todos los sitios donde jugó, antes o después dejó de crecer la hierba.

Joven que destacaba en la cantera del Vitoria de Guimaraes este extremo zurdo, que comparte nombre y apellidos con uno de los ciclistas más importantes en la historia de Portugal, fue reclutado por el Real Madrid para su filial en una época en la que las adquisiciones en Concha Espina no se caracterizaban por el lujo y el oropel.

Con el objetivo de que cogiera minutos y experiencia fue prestado al Sevilla si bien el balance de su primer curso en España fue paupérrimo. Sin apenas rodaje pero con su talento intacto inició entonces un periplo por diversos clubes de Segunda División. Empezó en el Salamanca y, tras pasar por Las Palmas, acabó en el Málaga.

Fue ahí donde logró consagrarse defintiviamente. Con los andaluces alcanzó la Primera División y tuvo buenas actuaciones si bien en el tramo final acabó siendo cedido, de forma infructuosa, a un Paris Saint Germain que solo se parece al actual en el nombre. Libre decidió entonces retornar a su tierra para firmar por el Moreirense.

Allí estuvo una campaña tras la cual cogió billete de vuelta rumbo a España para firmar por un Polideportivo Ejido que por entonces estaba en Segunda. Fracaso y vuelta a casa para vestir esta vez la camiseta del Felgueiras. Cumplió y ello le valió para ser traspasado al Rio Ave, si bien quedó en libertad al final del ejercicio.

Sin futuro y sin pasado aceptó saltar a los campos de la tercera división lusa con el Valdevez, un equipo de la zona más nórdica del país, casi lindando con Galicia. La cercanía con España pudo ser clave para que otro equipo de la misma categoría en el país vecino reclamara su presencia. Este no fue otro que el Palencia, a donde llegó en 2008. Duró dos años, lo que tardó en descubrir que algo allí no funcionaba bien y rechazar la renovación. En su salida aseguró que tenía ofertas de los dos países en los que desarrolló casi toda su carrera. No se concretaron o no le convencieron. Meses después, a comienzos de 2011, colgaba las botas.

Ya se conoce mi hastag personal para el concurso "Terra de Bloggers". Si queréis darme vuestro voto y ayudarme, deberéis twittear lo que queráis añadiendo #TerradeBloggers #DE012 (por separado en el mismo tweet) las veces que os apetezca. Cualquier voto, cualquier ayuda por pequeña que sea, se agradece y mucho. Podéis agregarlo a cualquier cosa que tuiteéis, retuitearlo o animar a vuestros amigos y conocidos a que lo hagan. El plazo acaba mañana a las 12 de la mañana. Millones de gracias por adelantado.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Inoportunas lágrimas verdes

 
Si algo le ha enseñado el fútbol a muchos equipos como el Nottingham Forest o el Glasgow Rangers, por poner dos ejemplos, es que un pasado glorioso no garantiza éxito eterno ni inmunidad. Ningún club, por muy alto que haya llegado algún día, está libre de probar las mieles del fracaso. Un mal año, un par de tropiezos seguidos, y todo se acaba de la noche a la mañana.

Este fin de semana hemos vuelto a vivir el fenómeno con el Palmeiras. Bien es cierto que no es nuevo pero eso no hace sino empeorar las cosas. Un descenso como el de 2002, el único hasta la fecha, puede quedar en triste y negra anécdota. Dos suponen ya un aviso serio, un problema para esa entidad que hace menos de quince años fue reconocida como la mejor del siglo en el país que tiene más Mundiales en sus vitrinas.

En situaciones como esta lo normal es buscar culpables. Los más inmediatos, sin duda, los jugadores de la plantilla seguidos por el entrenador y los directivos. Son el blanco fácil pero conviene remontarse al pasado para intentar entender como el equipo paulista naufragó de la noche a la mañana. Y es ahí donde entra una empresa otrora vinculada al deporte y que arrastró con su caída los sueños de gloria de aficionados a uno y otro lado del charco.

Porque al igual que sucedió con el Palmeiras, la compañía alimentaria Parmalat fue al mismo tiempo la cara y la cruz del Parma, el equipo de su ciudad. Los dos se sintieron reyes de forma paralela y paralelamente cayeron en desgracia. Aquel patrocinador y mecenas, que entró en el "Verdao" por ser este el equipo tradicionalmente ligado a los inmigrantes transalpinos, se lo jugó a todo o nada y solo cada persona desde su individualidad puede decir ahora si mereció o no la pena.

Algunos dirán que el ridículo de bajar no se cura con nada. Otros que pasearse por el infierno merece la pena cuando, en el caso de los sudamericanos, se miran las vitrinas y en ellas hay tres campeonatos paulistas, dos brasileños, una Copa de Brasil, una Mercosur y sobre todo una Libertadores, la del año 99. Logros todos ellos equiparables a los cosechados por los italianos, tres veces campeones de copa y cuatro de trofeos continentales.

Fuera como fuese mirar al pasado de poco sirve ya. Y hacerlo solo puede retrasar el proceso de reconversión de un club histórico que deberá levantarse a no mucho tardar. El margen es corto, apenas un año. Es una cuestión de honor y orgullo no ya por la humillación que supone no estar entre los mejores, que también, sino porque en 2014 llega el centenario y el Mundial, dos eventos que no se entienden con el Palmeiras en Serie B.

Ese lugar por el que un día pasaron estrellas como Roberto Carlos, Rivaldo, Zinho o Edmundo ha perdido gran parte de su caché pero conserva una torcida entregada y el poder de una ciudad, Sao Paulo, en la que el deporte rey es religión. También jugadores con experiencia, si bien aún está por ver cuántos se bajan del proyecto.

Por lo pronto todo apunta a que el delantero argentino Hernán Barcos, jugador franquicia, no continuará después de que hace unos días reconociera que se encontraba a disgusto por tener que circular con coche blindado por la calle para evitar las iras de los aficionados. Su camino podrían seguirlo otros como el "Mago" Valdivia (pese a que la directiva aseguró que no le traspasaría bajo ninguna circunstancia) o el central Henrique, futbolista con pasado en el Barcelona o el Racing.

Más dudas hay en lo que se refiere a otro viejo conocido de la Liga española como es el ex bético Marcos Assuncao, capitán y referente en el vestuario. A sus 36 años queda por ver si le ofrecen la posibilidad de hacer un último servicio y si él está dispuesto a pelear por una causa poco noble pero en la que todas las manos serán necesarias.

Manos cualificadas, por supuesto, todas ellas buscadas a contrarreloj y a poder ser con nombre suficiente para ilusionar a la hinchada e incitarle a acudir al Arena Palestra Itália, el nuevo estadio que abrirá sus puertas en abril del año que viene recibiendo a equipos de segunda fila. Al Palmeiras se le plantea el peor escenario posible en el momento más inoportuno. Lo dicho, las crisis deportivas no entienden de tiempo, colores y escudos. Y nadie está exento de ellas.
 
Aprovecho para pediros de nuevo vuestro apoyo en el concurso "Terra de Bloggers". Para ello entre las doce de la mañana del miércoles 21 y durante veinticuatro horas debéis escribir todos los tweets que podáis con el hastag #TerradeBloggers y otro personal que saldrá publicado en la web del concurso el mismo día 21. Este os lo dejaré también por aquí, bien en este post o en el del propio miércoles si puedo escribirlo antes del mediodía. Además también os informaré del mismo vía Twitter. En juego está la opción de tener un blog diario y personal en la prestigiosa web de Terra. Cualquier apoyo cuenta. Mil gracias por adelantado.

viernes, 16 de noviembre de 2012

A la luz de la linterna

 
Hubo un tiempo sin GPS en el que los faros no eran un mero elemento ornamental en las ciudades portuarias sino una construcción necesaria de la que dependía la vida de gran parte de sus ciudadanos. Su luz alumbraba a los navegantes y marineros permitiéndoles orientarse en la oscuridad y facilitando el comercio y el transporte de mercancías.

Hoy en día algunos siguen funcionando pero han perdido gran parte de su enjundia y protagonismo. Otros adornan, sí, pero han sido desposeídos de su misión esencial. Son casos como el de la "Torre de Hércules" en La Coruña o "La Lanterna" en Génova. Este último, sin embargo, va más allá de su mero interés monumental. Al margen de ser uno de los símbolos de la urbe italiana sirve para bautizar, como sucede en casos como "La Madonnina" en Milán o "La Mole Antonelliana" en Turín, el gran derbi de la ciudad que mide al Genoa con la Sampdoria.

Un encuentro de gran rivalidad que siempre acoge el Luigi Ferraris y que este fin de semana cumplirá su edición número ochenta y dos, la cincuenta y dos en lo que a la Serie A se refiere. Por el momento la la igualdad ha sido la tónica dominante con mandato de las tablas por encima de las victorias de la Sampdoria. Sin embargo las estadística poco o nada tendrán que decir en la batalla de este fin de semana, probablemente la más cruenta de los últimos años.

Los precedentes, desde luego, así lo anticipan. Unos y otros se tienen ganas después de que la campaña pasada la ciudad no pudiera disfrutar de un cruce directo. La Sampdoria penó en el infierno su mala praxis y tuvo que partirse la cara en campos de menos caché para retornar a una Serie A de la que es inquilina habitual.

Su vuelta, desde luego, no ha sido todo lo gloriosa que se esperaba. Sin embargo el "consuelo" es que al vecino le van, si cabe, un poco peor las cosas. Esa situación en la tabla de uno y otro le aporta más picante aún encuentro que no necesita de mecha para arder. Las rachas de uno y otro, desde luego, asustan.

La Sampdoria, que actuará como local, encadena siete derrotas seguidas y nueve partidos sin conocer la victoria en uno de los peores registros que se le recuerdan. Por supuesto la cabeza de Ciro Ferrara prende de un hilo y perder en el derbi puede suponer el golpe definitivo. Con todo y con eso, pueden mirar por encima del hombro a un Génova que ha perdido sus últimos cuatro enfrentamientos y no gana desde el pasado 23 de septiembre, cuando lo hizo frente al Lazio.

Ni siquiera la llegada al banquillo de los rossoblu de Luigi Del Neri ha servido para remontar la situación. Él será otro de los nombres propios ya que fue el encargado de llevar al máximo rival a Liga de Campeones por última vez. Esas gestas ya son pasadas y ahora, remangado y volcado en otros objetivos, es seguro que no tendrá un recibimiento cordial por parte de la que fue su afición.

Nadie, en ningún bando, perdona algo así. Los héroes se diluyen cuando se van al máximo rival. Es una cuestión de historia, la historia de dos equipos antagónicos en su origen y en su evolución. Uno, la Sampdoria, formado por la unión en 1946 del Sampierdarense y el Andrea Doria; el equipo del extrarradio, el finalista de la Copa de Europa. Otro nacido de la iniciativa de los marineros ingleses, el claro dominador del fútbol italiano cuando este iba en pañales.  Dos realidades encerradas en una misma ciudad, una ciudad que languidece futbolísticamente hablando y que no quiere quedarse huérfana de representantes en la máxima categoría.

Aprovecho el post de hoy para pediros vuestra ayuda en el concurso "Terra de bloggers". En lo personal supone una oportunidad única, la de convertirme en blogger remunerado durante un año escribiendo a diario para el prestigioso portal de internet Terra. "De paradinha" se encuentra entre los cuarenta semifinalistas en el apartado de deportes y para poder llegar a la gran final necesito estar entre los diez que más personas movilicen en Twitter desde las doce de la mañana del 21 de noviembre (miércoles) hasta las doce de la mañana del 22 (jueves). Para ello deberéis publicar todos los tweets que podáis incluyendo en ellos los hastags #TerradeBloggers y el mío personal, que se anunciará el mismo día del concurso. Otra opción es retwitear los que yo escriba. Cuando sepa cual es ese hastag propio os avisaré por aquí en el último post publicado antes del día 21 resaltándolo al final del mismo en negrita y también a través de mi cuenta en el propio Twitter (@cmateosgil). Si os queda cualquier duda, escribídmela en los comentarios de este post e intentaré solucionarla. En cualquier caso os dejo un vídeo explicativo.



No me gusta hacer spoiler y no os pediría esto si de verdad no fuera importante para mi. Vuestra colaboración es esencial. Siempre habéis estado allí animándome a seguir con esto y solo necesito un empujoncito para dar un paso más en el mundo de las bitácoras. Suceda lo que suceda, tenga un voto o dos millones, solo puedo deciros una cosa: Gracias por todo.

jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Qué ha sido de... Dennis Serban?


En primer lugar me gustaría pediros disculpas por no haber podido cumplir con la rutina de publicación de posts pero a veces el trabajo altera mis biorritmos y me impide dedicarme a esta bitácora que tanto me gusta. Dicho esto, en la tarde de ayer buscaba a un futbolista que hubiera compartido vestuario con David Navarro y pudiera comentarme de primera mano como es el futbolista del Levante. En esas me topé de repente con una lista de los jugadores extranjeros que han pasado por el Valencia.

Nombres como Moussa Saib, Dorotheé, Carioca o este punta rumano, que creció auspiciado por la por entonces incipiente colonia de compatriotas que hace ya tiempo formaba piña en la ciudad del Turia. Me refiero a rostros de sobra conocidos como los de los hemanos Ilie o el defensa Popescu, algunos de los cuales pasaron sin pena ni gloria.

Hecho como futbolista en Constanta, sus dotes le valieron para firmar con solo veinte años por el Steaua de Bucarest, un destino de renombre que podía servirle de escaparate. A la compra fue el Valencia y se lo trajo por 300 millones de pesetas, una cifra que a día de hoy debería considerarse como malgastada. Porque no solo jugó poco sino que encima su mera presencia sobre el césped llegó a costarle al Valencia la eliminación copera.

Sucedió la noche en la que Benítez decidió alinearle frente al Novelda. El equipo ganaba por 0-1 y la lesión de Vicente le animó a contar con nuestro protagonista en el minuto 88. Craso error. Junto a él estaban alineados otros tres extracomunitarios y acabaron perdiendo en los despachos. Fue su último partido como valencianista en su segunda y última etapa. La primera la había pasado en el anonimato y solo su buen trabajo como cedido, en el Villarreal y sobre todo en el Elche, le valió para retornar.

No hubo más oportunidades, decíamos, pero si  un préstamos más al Rapid de Bucarest. Libre y valiéndose de su buen cartel en Segunda, el Córdoba y el Polideportivo Ejido fueron sus siguientes destinos antes de retornar definitivamente a su Rumanía natal. Tenía veintiocho años y llegaba marcado por una irregularidad que le marcaría en el futuro. Tras pasos infructuosos por el Petrolul Ploiesti y el Dinamo de Bucarest solo volvió a alcanzar la continuidad en el Larissa, que por entonces militaba en la Segunda División griega. 

Fue su penúltimo paso como profesional antes de colgar las botas tras una segunda etapa, igual de insulsa que la primera, en el Dinamo de Bucarest. Sin solución de continuidad y casi sin tiempo para meditar acerca de su nuevo status, le surgió la oportunidad de dirigir al Astra Ploiesti y posteriormente, con el paso de los años, al club que le alumbró como profesional, el Farul Constanta. Finalizada aquella última escaramuza, hoy busca equipo.

martes, 13 de noviembre de 2012

Ulsan style


"Una chica que se suelte el pelo cuando llega el momento indicado, una chica que se cubre pero que es más sexy que la que una que lo enseña todo, una chica sensual como esa". Puede parecer extraño pero esta estrofa que linda con la cursilería y que al mismo tiempo denota elegancia está sacada del último éxito que ha conquistado las radios del mundo entero.

Me refiero, por supuesto, a la canción interpretada por Park Jae-Sung, ese excéntrico personaje modelado para la conquista del mercado asiático y más conocido como PSY. En el archifamoso "Gangma Style" a este tipo indescriptible de apariencia asexuada, le acompaña un estribillo que puede entonar cualquiera desde Hong Kong hasta Montana y un baile icónico de una trascendencia planetaria que no se recordaba desde "La Macarena". Todos los aspectos edulcorados con unas gotitas de "Youtube" y mezclados, no agitados, en la coctelera del capitalismo y la globalización; han dado como resultado un producto "Made in Korea".

Lo normal hubiera sido que puestos a buscar un referente musical en el mundo oriental, este saliera de Japón o en su defecto de China siempre y cuando la censura diera el visto bueno. Pero no, ha ido a surgir en otro país de gran trascendencia continental pero que nunca se ha visto en otra igual preocupado como estaba en el progreso cosificado en la producción automovilística y de nuevas tecnologías.

Ahora los jóvenes bailan haciendo el vaquero y dando saltitos desacompasados a un ritmo febril en un ritual que se ha paseado desde los circuitos de Fórmula 1 hasta la útima gala de la MTV en Europa, donde Heidi Klum (muy atractiva por cierto, esto es opinión no información, vestida de bávara) lo intepretaba junto a ese nuevo hombre-marca. El fenómeno, por supuesto, no escapa de los campos de fútbol. De hecho, y esto es lo preocupante, aquellos que han estado en condiciones de conseguir que por primera vez en mucho tiempo se hablara de Corea por otras razones, han sucumbido también narcotizados al efluvio de los sonidos electrónicos.

Hablo de los jugadores del Ulsan Hyundai, el reciente ganador de la Liga de Campeones asiática. Si hasta hace no demasiado era el "We are the champions" el one hit wonder de las celebraciones deportivas, poco tardaron nuestros protagonistas, y no es demasiado sorprendente, en alterar el statu quo. En fin, un poco de humor tampoco es malo en un club que se proclamó campeón continental por primera vez en la historia.

Trabajo les ha costado acostumbrados a crecer a la sombra de otras entidades con mayor trascendencia. Sin embargo no se le puede poner ni medio pero a su logro. Con dos aportaciones extranjeras puntuales pero esenciales como son el brasileño Rafinha y el y el colombiano Vélez unidas a un bloque de futbolistas nacidos en territorio surcoreano -caracterizados por su excelente rendimiento en materia defensiva-, el de momento quinto clasificado de la liga local ha conseguido ser el rey de reyes.

El trofeo, además de jalonar las vitrinas de una entidad virgen en estas lides confirma algo que ya se sabe, es decir, que en territorio oriental los japoneses y los coreanos van un paso por delante del resto de sus rivales. Basta resaltar que desde 2006 es el cuarto equipo diferente del país que  logra semejante gesta. Ahora bien, hay bastante de meritorio en este caso concreto, el de un plantel que solo ha logrado dos entorchados nacionales y que para llegar hasta la final disputada en su casa se ha mantenido invicto en un camino donde tuvo que cruzarse con rivales como su predecesor, el Kashiwa Reysol nipón o el Bunyodkor uzbeko.

Ahora, orgullosos, podrán pasear palmito en el siempre atractivo Mundial del Clubes, donde les espera en su primer cruce el Monterrey mexicano. La fiesta empezará el seis de diciembre, dentro de tres semanas. Con un poco de suerte, por entonces, el fenómeno del Gangma Style se habrá diluido y el fútbol será el protagonista cumpliéndose una máxima: Las modas pasan pero el balón siempre seguirá rodando por el césped.

jueves, 8 de noviembre de 2012

¿Qué ha sido de... Albert Nadj?

 
Un equipo probablemente nunca se da cuenta de la calidad de su afición hasta que la necesita. Por supuesto que a todos los jugadores les gusta ver su estadio lleno cuando pisan el césped pero solo en el momento en el que necesitan ese empujón anímico para anotar un gol fundamental, cuando atraviesan una situación deprimente y siguen sintiéndose arropados; aprecian de verdad el esfuerzo de esas personas, saben que luchan por algo que merece la pena.

Eso es lo que deben experimentar estos días los futbolistas del Real Oviedo, que están viendo como una potente masa social que insufla aliento desde todos los rincones del globo se ha movilizado para no dejar que ellos sean los que echaron la trapa tras ochenta y seis años de gloriosa historia. Una historia por la que han pasado nombres míticos como Carlos, Lángara o Berto. También otros de menos relumbrón como el que traigo hoy a colación. De menos relumbrón en Asturias, claro, porque extramuros Albert Nadj fue un auténtico mito para un club con raigambre.

Nacido en Zemun, uno de los diez municipios urbanos de la capital serbia,  en caso de destacar como futbolista estaba destinado a tener que elegir entre dos clubes: El Estrella Roja o el Partizán. En esa tesitura se quedó con los segundos, a los que se unió cuando tenía dieciocho años. Era joven pero entró en el vestuario tirando la puerta.

Con solo dicienueve primaveras, su garra y su espíritu de lucha, las mismas características que le hicieron ganarse el sobrenombre de "corazón de león", convencieron a sus compañeros para nombrarle capitán. En un club donde la veteranía no siempre es un grado fue por entonces el más joven en portar el brazalete tras abandonar la entidad Pedja Mijatovic. Solo un tal Stevan Jovetic, con el tiempo, acabaría con su record.

Sus buenas actuaciones convencieron al Betis para invertir en él. El fichaje llegó a ser investigado por irregularidades en la declaración fiscal relativa a sus derechos federativos y en lo deportivo su rendimiento fue más bien pobre. Los andaluces decidieron cederle al Oviedo y el conjunto asturiano comprarlo después de probarlo.

Allí mejoró sus actuaciones aunque también probó de nuevo lo que era una cesión, esta vez al Elche, además de ser víctima de algunos de los tejemanejes que afectan a los clubes profesionales. Fue un asunto de pagarés entre los bermellones y el Mallorca que acabó salpicándole a él y finalmente se resolvió a su favor en los juzgados (http://archivo.lavozdeasturias.es/html/45313.html).

Cansado de España volvió a ese lugar donde era querido. Su segunda etapa en el Partizán resultó tan satisfactoria como la primera y solo la edad acabó con su periplo allí. Tenía 32 años y buscaba un buen contrato con el que ganar sus últimos euros. Este se lo ofreció el Rostov ruso. El club sin embargo acabó descendiendo y el serbio volvió a su país para aceptar una propuesta del Cukaricki capitalino.

Allí apuró su última campaña de fútbol ya que al final de la misma había toma la decisión de colgar las botas. Lo bonito de la historia es que ese último encuentro, casualidades de la vida, fue ante su querido Partizán. Durante los 90 minutos fue obsequiado con cánticos de "Nadj es el único capitán" de parte de los que fueron sus aficionados. Para ellos guardaba una última bala, su último servicio. Al terminar el choque se dirigió hacia su zona y se levantó la camiseta. Debajo estaba la de los "Crno-beli".

El viernes será fiesta en Madrid, mi ciudad. Por ello no habrá post hasta el próximo lunes. Disculpad las molestias.

martes, 6 de noviembre de 2012

"Madrileños" por el mundo

La eterna discusión acerca del trato a la cantera en el Real Madrid ha alcanzado esta semana su cúlmen después de que Jose Mourinho, el actual entrenador del conjunto blanco, haya criticado en público la forma de trabajar de su colega en el banquillo Alberto Toril. En medio de una trifulca que se antoja unilateral salió ayer el capitán de Castilla Juanfran a dedicarle su gol a este último para enredar aún más la madeja.

El extremo, uno de los jugadores más destacados esta campaña en el filial, es de los que menos tiene que perder. Sus veinticuatro años, que en cualquier otro caso serían una bendición, suponen para él un lastre muy pesado. Así lo demuestran las declaraciones de "The Special One" antes del encuentro frente al Alcoyano, donde dio a entender que aquellos que tuvieran una edad semejante no estaban ya en condiciones de triunfar en el primer equipo. Pero... ¿Cuánto de cierto hay en esto?. Hoy repasamos el destino que han sufrido algunos de los productos de "La Fábrica" que andan repartidos por el mundo.

Raúl González (Al Sadd, 35 años): El que es uno de los futbolistas más grandes en la historia del club con más Copas de Europa salió en su día de la cantera. Evidentemente un prodigio como ha sido el siete blanco  aparece una vez cada mucho tiempo pero su perfil es el de la perla soñada por Mourinho. Valdano le dio la alternativa con 17 años y el resto es historia.

Esteban Granero (QPR, 25 años): Uno de los jugadores que cumplen con lo establecido por Mourinho. Tuvo su oportunidad a los veintidós años, con Pellegrini en el banquillo, cuando el club blanco se lo recompró al Getafe por cuatro millones de euros. El luso le dio oportunidades pero no terminó de asentarse en el once. Al final le sacaron otros cuatro millones de euros de beneficio. En Londres se ha convertido en titular indiscutible.

Juan Mata (Chelsea): Pudo llegar a la primera plantilla con diecinueve años pero acabó marchándose libre al Valencia. A la vista está que merecía esa oportunidad. Estrella en el conjunto ché y en el Chelsea, es campeón de Europa y del mundo con la selección española y probablemente uno de nuestros mejores representantes extramuros.

Javi García (Manchester City): Uno de esos futbolistas que desmienten la teoría de Mourinho. Aunque llevaba varias campañas en Portugal su explosión definitiva se produjo el pasado curso, donde lo jugó casi todo con el Benfica. Tenía entonces veinticuatro años. Este verano fue traspasado al City por 20 millones de euros.

Daniel Carvajal (Bayer, 20 años): El lateral derecho cumplía con todos los requisitos que exige Mourinho. Joven, con progresión y titular en el Castilla. Además parecía un buen recambio para un puesto que flaqueaba desde que Ramos fue reubicado como central. Nada de eso le ha servido para quedarse. Fue traspasado este verano por cinco millones aunque en el Bernabéu se han guardado una opción de recompra. De momento parece adaptarse bastante bien a su nueva vida.

Joselu (Hoffenheim, 22 años): No es criado propiamente en la cantera del Real Madrid pues llegó del Celta de Vigo, con el que llegó incluso a debutar en el primer equipo. Sin embargo si pasó por el Castilla, donde fue el pichichi en Segunda B. Al igual que Carvajal está vendido con opción de recompra. Que Mourinho le probará en un par de partidos oficiales cuando tenía menos de 22 años, en teoría le daba más opciones de quedarse, pero no ha sido así.

Juanan (Fortuna Dusseldorf, 25 años): Cuando salió del Castilla, este central procedente del Deportivo de La Coruña y que alterna la titularidad con el banquillo en la Bundesliga, estaba en ese punto intermedio que separa la bisoñez de la "veteranía". Difícil saber si hubiera convencido a Mourinho pues se fue justo cuando llegó él. En cualquier caso se le auguraba mejor futuro.

Adam Szalai (Mainz, 25 años): El que fuera un referente ofensivo en la cantera blanco es uno de los casos más llamativos ya que desmiente en su totalidad la teoría del entrenador luso. Tras marcharse de la casa blanca demostró las maneras que apuntaba a esa edad ya "avanzada". Sin embargo se rompió el cruzado. Con veinticinco ha vuelto a resurgir demostrando que ningún dígito es lo suficientemente alto para triunfar. Es pichichi de la Bundesliga.

Cristopher Schorch (Colonia, 23 años): Hace ya dos temporadas, cuando tenía veinte primaveras, que volvió a su país para jugar en el Cottbus. Tenía difícil llegar al primer equipo y prefirió abortar su experiencia en la capital. Empezó el curso como titular pero una lesión le tendrá fuera de los terrenos de juego hasta abril. 

Antonio Reguero (Iverness, 30 años): El guardameta pasó por la cantera hace más de una década. Solo estuvo dos campañas antes de fichar por varios clubes de Segunda B y  recalar finalmente en tierras escocesas. Su carrera no ha sido todo lo provechosa que se esperaba y hubiera sido difícil para él defender la meta del Bernabéu dada la competencia.

Borja Valero (Fiorentina, 27 años): Al Real Madrid le han llovido muchos palos por dejarle irse tras sus actuaciones en el Mallorca y en el Villarreal. A las islas, en su segunda etapa, llegó con veinticuatro años. A la comunidad valenciana con veinticino. Debutó en la selección con veintiseis. Su éxito tardío demuestra que solo necesitaba tiempo y confianza. Un espejo en el que deberían mirarse los que entran ya en la veintena.

Rodrigo Moreno (Benfica, 21 años): Su traspaso al Benfica se cerró antes de la llegada de Mourinho. Una pena pues cumplía con todas las características que busca y quizás hubiera tenido una opción. El Madrid obtuvo seis millones de euros en la transferencia pero perdió a uno de los delanteros más prometedores a nivel nacional dotado de un excelente porvenir. De momento triunfa muy joven.

Javier Balboa (Beira Mar, 27 años): Subió al primer equipo con 21 años, esa edad que según el vigente entrenador deberían tener todos los canteranos. Quizás fue demasiado pronto porque a la vista está que, lejos de asentarse, su curriculum vitae fue en franca decadencia. Tras convertirse en uno de los peores fichajes de la liga portuguesa cuando le reclutó el Benfica, se perdió en clubes de segunda española hasta hoy.

David Aganzo (Aris, 31 años): Subió al primer equipo joven, con diecinueve años. Por entonces Mourinho ni siquiera era el entrenador titular en ningún equipo. El experimento resultó excesivamente precoz y ha acabado vistiendo la camiseta de diez equipos diferentes en España y a lo largo y ancho de todo el Viejo Continente.

Noé Acosta (Olympiakos Volou, 28 años): Perteneció al juvenil del Madrid entre los 16 y los 19 años. No pasó de allí. Posteriormente ha desarrollado su carrera en Segunda División B, Rumanía y Grecia, donde ha trabajado para tres entidades diferentes.

Diego León (Kerkyra, 28 años): Considerado una de las grandes perlas de la cantera madridista, llegó a tener ficha con el primer equipo antes de aceptar una oferta del Arminia Bielefeld ante la falta de posibilidades. Ser joven no le sirvió para prosperar junto a los galácticos.

César Navas (Rubin Kazan, 32 años): Explotó a los veinticinco años en el Málaga, cuando completó su mejor temporada. Antes se había pasado cuatro cursos en el Castilla como titular indiscutible pero ninguneado por los "mayores".

José Manuel Jurado (Spartak, 26 años): Tuvo ficha con la primera plantilla gracias a su gran cartel dentro de la cantera. Al final salió rumbo a otro equipo de la capital, el Atlético, donde no dio lo mejor de sí mismo hasta su tercer ejercicio, con 22 años.

Raúl Bravo (Beerschot, 31 años): Fue uno de los pocos que se salvó de la quema que el otro día hizo José Mourinho en rueda de prensa cuando sacó una lista con los canteranos que habían debutado y pasado sin pena ni gloria. Tiene una dialtada trayectoria a sus espaldas en numerosos equipos y llegó a jugar con asiduidad en el Bernabéu.

Javier Velayos (Brasov, 25 años): Estuvo presente en el último descenso del Castilla. Por entonces tenía 23 años. Nunca llegó a triunfar con la elástica blanca. Tras ponerse la del filial del Getafe, ahora disfruta de una experiencia nueva en Rumanía.

David Barral (Orduspor, 29 años): Con el descenso del Sporting ha decidido probar suerte en Turquía. Su paso por la cantera del Madrid fue discreto y su primera gran temporada la hizo en Segunda con 23 años ya en el equipo asturiano.

Agus (Orduspor, 27 años): Central en el que había puestas esperanzas y que estuvo en Valdebebas a las órdenes de Míchel. Solo ha jugado siete partidos en primera división española, todos con el Albacete. El Castilla le fichó con 20 años y se deshizo de él con 24. Atendería al perfil de lo que Mourinho no quiere, esos jugadores que mediada la veintena no terminan de explotar.

Fernando (Diosgyori, 33 años): Más conocido por su etapa en el Valladolid y en el Betis que por su paso por el Real Madrid, debutó con el conjunto capitalino a los 21 años y su traspaso fue criticado en su día dado su buen rendimiento posterior, ya con 25 años. Otro de esos ejemplos que demuestran que no hay que dar a un futbolista por acabado, tenga la edad que tenga.

David Sousa (Nea Salamis, 32 años): Nunca llegó a dar el salto y sus mejores minutos los dio cuando cumplió los veintitrés años jugando en las filas del Valladolid. Viendo su hoja de ruta, hubiera tenido difícil jugar en Concha Espina.

Pablo Gil (Sparta de Praga, 24 años): Un claro ejemplo del camino que pueden seguir en un futuro no muy lejano los señalados por Mourinho. De haberse quedado en Segunda habría sido uno de ellos. Antes de que le enseñaran la puerta de salida, se fue él rumbo al club con más solera de la República Checa, donde de momento es un habitual del banquillo.

Luis García (Tigres, 32 años): Debutó en el Real Madrid con Vicente Del Bosque con 22 años, una edad que podría adaptarse al baremo de Mourinho. Luego se marchó cedido al Murcia y, tras pasar por el Mallorca, se hizo leyenda en el Espanyol. La pasada campaña militó en el Zaragoza. 

Valdo (Atlante, 31 años): Sus excelentes tardes en el Castilla convencieron al propio Del Bosque para vestirle de corto en una ocasión con 20 años. Después de aquello Osasuna, Espanyol, Málaga y Levante han sido sus destinos.