jueves, 8 de noviembre de 2012

¿Qué ha sido de... Albert Nadj?

 
Un equipo probablemente nunca se da cuenta de la calidad de su afición hasta que la necesita. Por supuesto que a todos los jugadores les gusta ver su estadio lleno cuando pisan el césped pero solo en el momento en el que necesitan ese empujón anímico para anotar un gol fundamental, cuando atraviesan una situación deprimente y siguen sintiéndose arropados; aprecian de verdad el esfuerzo de esas personas, saben que luchan por algo que merece la pena.

Eso es lo que deben experimentar estos días los futbolistas del Real Oviedo, que están viendo como una potente masa social que insufla aliento desde todos los rincones del globo se ha movilizado para no dejar que ellos sean los que echaron la trapa tras ochenta y seis años de gloriosa historia. Una historia por la que han pasado nombres míticos como Carlos, Lángara o Berto. También otros de menos relumbrón como el que traigo hoy a colación. De menos relumbrón en Asturias, claro, porque extramuros Albert Nadj fue un auténtico mito para un club con raigambre.

Nacido en Zemun, uno de los diez municipios urbanos de la capital serbia,  en caso de destacar como futbolista estaba destinado a tener que elegir entre dos clubes: El Estrella Roja o el Partizán. En esa tesitura se quedó con los segundos, a los que se unió cuando tenía dieciocho años. Era joven pero entró en el vestuario tirando la puerta.

Con solo dicienueve primaveras, su garra y su espíritu de lucha, las mismas características que le hicieron ganarse el sobrenombre de "corazón de león", convencieron a sus compañeros para nombrarle capitán. En un club donde la veteranía no siempre es un grado fue por entonces el más joven en portar el brazalete tras abandonar la entidad Pedja Mijatovic. Solo un tal Stevan Jovetic, con el tiempo, acabaría con su record.

Sus buenas actuaciones convencieron al Betis para invertir en él. El fichaje llegó a ser investigado por irregularidades en la declaración fiscal relativa a sus derechos federativos y en lo deportivo su rendimiento fue más bien pobre. Los andaluces decidieron cederle al Oviedo y el conjunto asturiano comprarlo después de probarlo.

Allí mejoró sus actuaciones aunque también probó de nuevo lo que era una cesión, esta vez al Elche, además de ser víctima de algunos de los tejemanejes que afectan a los clubes profesionales. Fue un asunto de pagarés entre los bermellones y el Mallorca que acabó salpicándole a él y finalmente se resolvió a su favor en los juzgados (http://archivo.lavozdeasturias.es/html/45313.html).

Cansado de España volvió a ese lugar donde era querido. Su segunda etapa en el Partizán resultó tan satisfactoria como la primera y solo la edad acabó con su periplo allí. Tenía 32 años y buscaba un buen contrato con el que ganar sus últimos euros. Este se lo ofreció el Rostov ruso. El club sin embargo acabó descendiendo y el serbio volvió a su país para aceptar una propuesta del Cukaricki capitalino.

Allí apuró su última campaña de fútbol ya que al final de la misma había toma la decisión de colgar las botas. Lo bonito de la historia es que ese último encuentro, casualidades de la vida, fue ante su querido Partizán. Durante los 90 minutos fue obsequiado con cánticos de "Nadj es el único capitán" de parte de los que fueron sus aficionados. Para ellos guardaba una última bala, su último servicio. Al terminar el choque se dirigió hacia su zona y se levantó la camiseta. Debajo estaba la de los "Crno-beli".

El viernes será fiesta en Madrid, mi ciudad. Por ello no habrá post hasta el próximo lunes. Disculpad las molestias.

1 comentario:

GERYON dijo...

Aquí en Sevilla le llamábamos el muñeco diabólico, jejeje