Ahora que el Atlético ha logrado posicionarse como uno de los mejores equipos de Europa es buen momento para mirar atrás y dar más valor si cabe a lo conseguido tras analizarlo con perspectiva. Y es que muchos son los futbolistas que han pasado sin pena ni gloria por el conjunto colchonero en un pasado no demasiado lejano, algunos de los cuales ya han tenido sus líneas de gloria en este blog.
Hoy os traigo a un hijo de la URSS que además fue internacional con el llamado CIS y con Rusia. Todo ello pese a nacer en Ucrania y ser de origen moldavo. Esa papilla multicultural le convirtió en uno de los favoritos para sus paisanos, especialmente en sus inicios. Eran días en los que se mostraba intratable y hacía goles como el que pone sellos en un a oficina.
Formado en Tiraspol, dio el salto profesionalismo de la mano del Nistru Chisinau, actualmente conocido como Zimbru. Poco tardó en demostrar sus cualidades y formar parte de las agendas de algunos clubes importantes de Europa del Este. Le fichó el Dinamo de Moscú con diecinueve años y le dio la visibilidad suficiente para que pudiera disfrutar de la que probablemente ha sido la actuación más memorable de su carrera.
Fue en Séul, durante los Juegos de 1988. Imbuido por el espíritu olímpico y con el fulgor de la llama centelleando en sus retinas, solo Romario le quitó el privilegio de convertirse en el máximo goleador del torneo. Como era de esperar, aquella gesta le valió varios reconocimientos. Uno de ellos, el de mejor jugador soviético dos años después, en 1990.
Ya sonando en el plano internacional, le llegó el momento de dar el salto a una gran liga. Probó en el Calcio aceptando una oferta del Génova. Sin embargo aquella experiencia no salió como esperaba y acabó siendo cedido al Castellón. A ese préstamo le seguiría otro más prolífico en el Servette suizo que le valdría para llamar la atención del Olympique de Marsella.
Sin excesivo brillo, volvió al Dinamo de Moscú. Allí recuperó las buenas sensaciones y el toque que le había servido para hacerse un nombre. Tanto que llamó la atención del Atlético de Madrid. En un acto multitudinario, el club colchonero le presentó junto a Delfí Geli y el "Tren" Valencia. Aquel acto anecdótico resultó lo más llamativo de su paso por la capital de España.
Escaso en la producción, el verano siguiente decidió tomarse un año sabático. Para sacarle de la nostalgia y la inactividad llegó el Fortuna Dusseldorf, entidad que le ayudaría a recobrar la confianza y a tener minutos. Agradecido por el gesto, esa sería la ciudad que eligió para colgar las botas. Al menos momentáneamente, ya que el gusanillo balompédico volvió y se animó aún a dar patadas en el Tiligul-Tiras Tiraspol.
Seleccionado como jugador-entrenador de aquél vestuario, detectaron en él la vocación suficiente como para adjudicarle el cargo de seleccionador nacional moldavo. Tras renunciar en 2009, se mantuvo pertinaz con el sueño de convertirse en un entrenador de renombre. Sin salir de Chisinau; el Dacia y el Veris han sido los últimos que han apostado por él.
1 comentario:
en la etapa con el atletico de madrid, yo fui vecino suyo, y muy amigo de el, y la familia, era un jugador muy tecnico, pero le faltaba sangre, recuerdo un viernes por la noche, que nos tiramos jugando un grupo de amigos toda la noche jugando al poker, bebiendo y fumando toda la noche el, yendo a entrenar al calderon sin dormir, buena persona, pero al final, esta gente no tiene memoria, ya le perdi la pista hace muchos años , no tienen amigos, y no hacen raices, y con muchos amigos en rusia de dudosa reputacion
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