Después de mucho tiempo sin hacerlo, el Liverpool vuelve a tener motivos para sonreír. Su espectacular racha en los últimos partidos, coronada con el liderato momentáneo en la Premier, hace recordar a algunos su mejor versión. Tiempos no muy pretéritos en los que el equipo rendía muy bien en Europa y se obsequiaba de vez en cuando con alguna copa nacional.
La campaña que permitió a los "Reds" volver a creer en sí mismos fue la 2000-2001, curso de resurrección que coronaron con el triunfo en aquella oda al fútbol que fue la final del Westfalen contra el Alavés. En el banquillo aquél día, en realidad casi todos los días, estaba este lateral francés. Por entonces se trataba de un futbolista prometedor que había llegado procedente del Montpellier a cambio de medio millón de libras.
Nacido en esa localidad gala, sus primeras patadas al balón las dio en Le Crès; una ciudad dormitorio situada a poco más de seis kilómetros. Su calidad fue la que llevó al club importante de la zona y la que le permitió destacar en el Mundial sub-18 de Argentina, donde su combinado nacional acabaría cayendo en cuartos ante los anfitriones y futuros campeones.
Sin embargo esa relevancia no fue suficiente para que lograra hacerse un hueco en el once titular. Con la llegada de Riise, la situación vivida en la campaña de su estreno comenzó a ser una rutina. Así las cosas, a mitad de la temporada 2002-2003 regresó a Francia para desarrollar su actividad en el Bastia como cedido. Una vuelta a los orígenes que repetiría el siguiente verano, esta vez para defender los intereses del Rennes durante unos meses.
Encadenando préstamos llegó al Espanyol, por donde pasó con más pena que gloria. Desconcertado y sin oportunidades en el Liverpool, aún le enseñarían una vez más la puerta de salida. Su destino fue esta vez el Glasgow Rangers. En Escocia resurgiría demostrando alguna de las cualidades que le habían convertido en una joven promesa.
Ya libre se marchó al Portsmouth, entidad que acabaría prescindiendo de sus servicios al no convencer a Harry Redknapp. Para darle cobijo apareció el Lens. Ambos formarían una vinculación poco prolífica ya que poco después de llegar, Vignal hizo las maletas para probar suerte en el Kasierslautern. Tras retornar en verano para coger sus pertenencias, puso rumbo al Southampton, donde permaneció una temporada.
Finalizado su contrato con el Lens, aceptó una prueba con el Birmingham. La buena actuación contra el Sporting en un amistoso le dio la oportunidad que buscaba. Pese a ello una lesión le restó continuidad. Descartada la opción de prolongar su estancia en la ciudad, entrenó con el Sheffield United y el Cardiff antes de cortar por lo sano y enrolarse en el Atromitos ateniense.
La aventura duró un otoño, lo que tardó en quedarse sin equipo. En esa situación estuvo unos meses hasta que el Dundee le devolvió a la SPL. Sin embargo, pasados dos meses sin disputar un solo minuto, rescindió sin dudarlo y se topó de nuevo con el paro. Afortunadamente le sacó de esa situación un ex compañero, Xavier Collin. Entrenador de Béziers, le convenció para que rechazara ofertas de Ligue 2 y firmara por su club. Allí sigue, compaginando su actividad con la presidencia de un club de Palavas.
Por falta de tiempo este viernes me será imposible actualizar el blog. Disculpad las molestias causadas.
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