Acostumbrada a llorar por los fracasos en vez de sonreír por los éxitos, la ciudad de Zwolle vivía ayer en el desconcierto absoluto. Una sensación exportable al resto de Holanda después de que el país asistiera a la inesperada y contundente victoria del PEC sobre el todopoderoso Ájax por 5-1. El resultado dibujaba la gran noche con la que todos los aficionados del modesto club soñaron alguna vez, esa que contarán en el futuro como si de una leyenda se tratara aún a sabiendas de que en la sociedad 2.0 todo queda registrado y es comprobable.
En la bañera de Rotterdam el Zwolle apareció entre el fuego de las bengalas para aplicar una buena friega a su renombrado rival, convirtiéndose en el primer club que marca cinco dianas en el partido que decide la Copa desde que lo hicieran los de Ámsterdam en la campaña 97-98. Las mismas manos que acunaron y durmieron al equipo de De Boer fueron las que consiguieron aquello que habían dejado pendiente los antepasados.
A la tercera se hizo bueno el dicho tras ver como se evaporaban las oportunidades de 1928 y 1977. Y lo ha conseguido una plantilla única que se desenvuelve por encima de sus posibilidades reales. Solo así se explica el liderato liguero de las primeras jornadas, efervescente pero de un mérito encomiable. El vértigo y la quema de fases en la lucha por el torneo del KO desencadenaron la caída progresiva de otro hito para el recuerdo entre unos aficionados que en su día vivieron el amanecer de un central llamado Jaap Stam.
En su conjunto, todo es una situación impensable pero muy satisfactoria para la "Venecia verde"; localidad donde conviven la tranquilidad con la agitada vida nocturna y que por momentos tembló ante la posibilidad de quedarse sin una entidad balompédica que la representara. Sucedió a comienzos de los noventa, cuando la bancarrota dinamitó la estructura.
Solo el buen hacer ha podido apartar la ceniza y sentar unos cimientos sólidos en un periodo más bien breve, recuperando así el orgullo. Un sentimiento este último que durante el siglo XVII se convirtió en seña de identidad de Zwolle. El mismo que explica el sobrenombre que recibe el PEC, "Blauwvingers" en el idioma de la zona, "Dedos azules" traducido al castellano.
Cuenta la tradición oral que, agobiados por la situación económica, los pobladores de la ciudad se vieron obligados a vender las campanas al pueblo vecino de Kampen. Lo hicieron, sin embargo, a un precio muy elevado y con estas en un estado indigno. En venganza el pago fue realizado con calderilla, por entonces fabricada en cobre. Perseverantes como lo siguen siendo hoy en día, y también un poco desconfiados, los receptores decidieron contar las monedas una a una. Este proceso acabó tiñendo sus dedos de azul y les valió el apelativo que aún arrastran. Por entonces ya demostraban paciencia, dignidad y picaresca; cualidades que aplicadas al verde varias centurias después han dado por fin sus frutos.
3 comentarios:
artículazo compañero bloguero
Muchas gracias por tus palabras. Me alegra que te haya gustado. Un saludo.
Momento histórico
Gracias por compartir
felicitación
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