lunes, 20 de enero de 2014

El gigante dormido

 
Aunque resulta una teoría demasiado reduccionista, puede que detrás de la crisis que ha pasado el Tottenham se esconda algo tan simple como un gorro de lana. Esa era la prenda con la que se presentó Emanuel Adebayor a una charla de equipo, la misma que le hizo quitarse el técnico portugués André Vilas-Boas encontrando un "no" por respuesta. Después de aquél intercambio de pareceres, el togolés no volvió a tener oportunidades. 
 
Es probable que nada hubiera cambiado con él sobre el césped pero a juzgar por lo demostrado tras la destitución de su superior, la duda es más que razonable. El africano ha dado otro aire a sus compañeros asumiendo galones en un ataque donde Soldado aportaba más corazón y garra que acierto de cara a puerta, la única credencial válida para alguien de su condición.
 
Adebayor sonríe ahora después de mucho sufrir. La suya ha sido una carrera donde la muerte se ha cruzado varias veces llevándose por delante a sus seres más cercanos. Vio caer en un autobús a varios de los que se sentaban con él a la mesa durante las concentraciones de la selección nacional y, el pasado verano, tuvo que despedir a su hermano.
 
Una pérdida irreparable que le había sumido en una situación de desamparo y falta de motivación justo en el amanecer del curso. Puede que eso fuera la gasolina para desacreditar a su entrenador, que necesitaba imponerse en la batalla para ganar crédito ante un vestuario tocado y casi hundido. Sin justificar su actitud, quizás la psicología debió ganarle la partida a la autoridad. Un pequeño tirón de orejas y la fuerza del diálogo pueden ser en ocasiones más útiles que el castigo ejemplar.
 
Sea como fuere, la ilusión y la ambición vuelven a brillar en los ojos del "nueve"; recuperado para la causa por obra y gracia de Sherwood. Su estado de ánimo se refleja en el colectivo, algo que no es nuevo. Por lo general, siempre que Adebayor ha mostrado su cara amable en algún club, las cosas han funcionado. Todo lo contrario cuando asomaba su reverso tenebroso.
 
Atrás queda el que definió hace unos días como "el peor año" de su vida y se abre un porvenir esperanzador. Cada gol es una monodósis que 'engaña' al dolor, un motivo para pensar que lo peor quedó orillado y solo él puede reescribir su propia historia. Una pantera anda suelta y tiene más hambre que nunca.

1 comentario:

Tartarus dijo...

Muchas veces los cambios de técnicos , surten efecto si consiguen rehabilitar a jugadores perdidos para la causa , aunque ello conlleve posibles "sacrificios" de otors compañeros cuyo rendimiento no haya sido del todo malo con el anterior entrenador .

Imagina que Gabi Calderón logra enchufar a Rubén Castro , y el canario empìeza a golear como el año pasado . El Betis tendrá una tabla nueva a la que agarrarse en su intento de salvarse del descenso .

Un saludo