La heroicidad en Copa del Rey del maltrecho Racing de Santander me ha animado a dedicarle un pequeño homenaje en esta sección. Para ello he elegido la figura de uno de los extranjeros que llegaron con más cartel en una época donde la economía aún permitía gastarse más de cuatro millones de euros en una contratación.
Hijo del futbolista Wlodzimierz Smolarek, nació en Lodz aunque creció en Holanda debido a la profesión itinerante de su progenitor. De hecho fue en el sistema de formación del Feyenoord donde empezó a ganar cierto nombre hasta que dio el salto al primer equipo cuando tenía menos de veinte años.
Tras disfrutar de varias campañas en uno de los clubes punteros de los Países Bajos y en búsqueda de minutos, se marchó cedido con opción de compra al Borussia Dortmund. Debutó en la Bundesliga con gol ante el Wolfsburgo y siguió dejando buenas actuaciones, terminando su media temporada con dos dianas más y cuatro asistencias. La cifras convencieron a los germanos, que desembolsaron lo pedido para seguir contando con él.
Fue una gran inversión ya que la aportación ofensiva de Ebi no decayó, lo que le permitía seguir inflando su precio en el mercado. Ese fue el motivo del gran desembolso llevado a cabo por el Racing, donde rindió por debajo de las expectativas y comenzó a ser un problema por su excesiva ficha.
En esas circunstancias hubo que buscarle una salida y montarle en un avión con rumbo a Bolton esperando que la cesión fuera satisfactoria y el club inglés decidiera quedarse con él. No sucedió y, tras emprender el viaje de vuelta, el club español decidió que lo mejor era que cada uno siguiera su camino.
Para salir en ayuda de Smolarek, por el que se había interesado varias entidades, estaba el Kalava griego. La oferta le convenció si bien medio año después ya había roto el vínculo.
Decidió entonces jugar por primera vez como profesional en un club perteneciente a su país de nacimiento vistiendo los colores del Polonia Varsovia. Sin embargo su "caché" estaba por encima de lo que podían ofrecerle y acabaría emigrando en busca de más dinero.
La decisión le salió bien ya que ese sueldo que buscaba se lo ofreció el Al-Khor catarí. El vínculo le permitió juntar unos ahorrillos antes de intentar una nueva aventura en Europa. En búsqueda del tiempo perdido volvió a los orígenes y aceptó defender en Holanda los colores del ADO Den Haag. Fue una estancia de nueve meses antes de que en verano retornara a Polonia para pegarle patadas al balón en el Jagiellonia Bialystok. Actualmente, y tras no cuajar allí, se encuentra sin equipo.
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