lunes, 27 de enero de 2014

La grandeza del "Tigre"

Hay futbolistas cuya figura trasciende más allá del césped. Jugadores en los que muchos quieren verse reflejados; sus compañeros, los rivales, una afición, incluso un país entero. Son aquellos que se crecen en la adversidad, que siempre miran hacia adelante con optimismo y saben comportarse de puertas adentro y también de puertas afuera. Es el caso del colombiano Radamel Falcao.

Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que en mi corta experiencia como periodista deportivo pocas veces me he cruzado con un profesional tan correcto. Posiblemente no haya intercambiado con él más de treinta o cuarenta palabras pero la imagen que me ha dejado es inmejorable. Es alguien que nunca niega un saludo o una firma, que se dirige a todos por igual, que siempre luce una sonrisa sincera y si de algo peca es de humilde. Una persona normal que huye de su condición de estrella.

Mi opinión se basaba hasta ahora solo en la observación pero son los gestos que han rodeado a su grave lesión los que me hacen pensar que mi intuición no me falla. Su grandeza se aprecia, por ejemplo, en el homenaje que le rindió el Calderón. También en la cantidad de personalidades que han querido tener un recuerdo hacia él. En el apoyo masivo a través de las redes sociales. Solo quien deja poso es digno de esos elogios.

Su comportamiento y entereza para afrontar las cosas como han venido también le dejan en buen lugar. Lo demostró primero desnudando sus sentimientos en un mensaje difundido a través de Twitter y más tarde utilizando el mismo canal para perdonar públicamente a Soner Ertek. Un gesto necesario no solo para limpiar la conciencia de este profesor de escuela que cruzó su destino con "El Tigre" vistiendo la camiseta del Chasselay sino para calmar los ánimos de algunos colombianos exaltados que le habían amenazado, perturbando una vida que hasta ese fatídico momento era tranquila y anónima.

Allí, en su país, es donde más se ha vivido una noticia que abría todos los Telediarios. El sufrimiento que muchos españoles teníamos al ver a Rafael Nadal sacando a 125 km/h en la final del Open de Australia con ostensibles gestos de dolor es el que los compatriotas de Falcao experimentaron cuando le vieron retirarse en camilla.

Se apagaba su faro, su guía, un punta bipolar que es terrenal en la calle y despiadado en el área. Todos los aficionados queremos ver a los mejores en los grandes torneos. Por eso se hace necesaria la presencia del "nueve" cafetero en Brasil. Comienza ahora una carrera contra el destino, un sprint mental y físico para poder disputar un torneo por el que ha peleado. Voluntad no le va a faltar. Tampoco el ánimo de todos los que han coincidido con él. Ojalá sus rugidos resuenen en las playas de Copacabana. Por el bien del fútbol.

Por cuestiones personales no puedo garantizar que haya post el próximo miércoles, aunque lo intentaré. En caso de que no fuese posible, la segunda parte sobre el serial del draft de la MLS quedaría para la semana que viene. Sí puedo anunciar que el viernes colgaré la entrevista realizada a un técnico español que hasta hace poco tiempo entrenaba en el extranjero.

1 comentario:

Tartarus dijo...

Fue un bonito gesto de Falcao , pues al jugador francés se le estaba poniendo muy fea la situación con insultos y amenazas . Pronta recuperación para el colombiano .

Un salduo