En todo Canarias cuecen habas. Si la semana pasada trataba en esta sección el asunto de varios jugadores de Las Palmas, esta me detengo en el caso concreto de un futbolista del Tenerife, un delantero que dio grandes tardes de gloria y al mismo tiempo muchos quebraderos de cabeza con su pasaporte.
Su nombre completo era Joao Maria Menezes si bien todo el mundo le conocía por el apodo de "Barata", que en el portugués de Brasil significa literalmente cucaracha. Difícil saber si el mote le venía del animal y, en ese caso, por qué se lo ganó. Dudas al margen, este punta nacido en Carnaubais (Rio Grande do Norte) dio el salto a España tras llamar la atención en su país jugando primero para el Itaperura y posteriormente para el ABC-RN, el Fluminense y el Guaraní.
De allí le fichó el Mérida, equipo en el que permaneció una temporada antes de engrosar las filas del Deportivo de la Coruña. Sin embargo, y pese a esa adquisición, Barata nunca llegó a jugar en Galicia. La llegada del holandés Roy Makaay le mandó como cedido en la misma operación a Tenerife, esfumándose de esta forma su sueño de formar parte de una de las plantillas más competitivas hasta ese momento.
El préstamo acabó convirtiéndose en compra definitiva. Sin embargo, a la hora de firmar ese contrato, lo hizo como comunitario gracias a un pasaporte italiano que a la postre resultó ser falso. Barata siempre alegó desconocimiento pero pese a una excelsa campaña, que culminó con el ascenso de su equipo, eso no le evitó un año de sanción y por tanto un destierro cercano al Sporting de Braga.
Tras aquél año de "castigo", lejos de las mieles del éxito que en gran parte había ayudado a conseguir, el ariete retornó a la isla con el club de nuevo en la categoría de plata. Había firmado números interesantes en Portugal pero no fueron aval suficiente en su segunda etapa. Su rendimiento bajó y acabó abandonando el club en medio de una tensa relación con el técnico David Amaral.
Defenestrado regresó a Brasil para defender primero los colores del Ponte Preta y más tarde los del América-RN y los del Ceilandia, entidad en la que se retiró con el honor de ser el futbolista nacido en su estado que más goles anotó en el Viejo Continente. Por entonces ya tenía claro que sus siguientes pasos serían en los banquillos.
Preparándose para esa experiencia, se matriculó en la Facultad de Educación Física, hizo cursos, realizó el primer nivel de entrenador en Portugal y acometió un postgraduado en la Universidad del Fútbol de Recife. Con todo ese bagaje se plantó en el ABC-RN, donde le vieron dar sus primeros pasos, para realizar prácticas con el cuerpo técnico el año pasado.
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