Desde ayer Thorsten Fink dejó de ser entrenador del Hamburgo. El hombre que llegó para maquillar a un histórico venido a menos procedente del Basilea ha pagado con su cabeza un pobre inicio de Bundesliga y sobre todo la humillante derrota frente al Borussia el pasado fin de semana. El 6-2 en el Westfallen resultó el golpe definitivo. El tiro de gracia ejecutado por un atacante inmisericorde, el gabonés Pierre-Emerick Aubameyang.
Su partido fue el enésimo para enmarcar en el Currículum Vitae de una gacela que caza como un león. Tras explotar en las últimas campañas el africano parece no tener techo, mas después de llegar a una competición que se asemeja a un vergel por su capacidad para echar fuego por los borceguíes y aprovechar cualquier milímetro deshabitado.
Sin embargo alcanzar ese estado de gracia no ha sido fácil. Él es el omega de una saga que empezó con su padre Pierre y dejó por el camino futbolístico a sus dos hermanos, Catilina y Willy. Defensor con ocho decenas de internacionalidades por Gabón, la vida nómada del progenitor permitió a los hijos conocer mundo. A los dieciocho años él y su esposa alumbraron al primogénito en Libreville. El segundo nacería en París y el tercero, Pierre-Emerick, en Laval. Luego disfrutaría de una etapa en Colombia jugando para el Júnior de Barranquilla e incluso una breve escaramuza en el Triestina italiano.
De todo aquello le quedó poso, el suficiente como para que un exigente club como el Milán le diese un puesto de ojeador. Fue así como, ya dentro, consiguió que sus retoños tuvieran oportunidad de formarse en el conjunto rossonero. Abrió la veda Catilina, que llegaba avalado por una convocatoria con la sub-19 francesa. Extremo izquierdo de estatura escasa, llegó a debutar en Champions y en UEFA pero acabó viajando por la zona en busca de su sitio.
Tras una cesión en la Triestina siguiendo los pasos de patriarca, se movió por la costa oriental para enrolarse en el Rímini. Cerca, en Ancona, vivió su siguiente experiencia. Al final dos cesiones en el Lugano suizo y el Chiasso pusieron fin al periplo. Asumiendo que el país de la bota no parecía idóneo para él se desvinculó del Milán para fichar por el París FC.
Finalizado su periplo por la capital, aceptó vestir la camiseta del Ajaccio. El idilio duró lo que el club corso tardó en enseñarle la puerta de salida dos veranos después. Libre, no se movió de la isla. Al acecho estaba otro equipo de la ciudad, el Gazélec Ajaccio. Sin embargo no le fueron mejor las cosas así que acabó asumiendo que Europa no era para él y regresó a su país para jugar en el Sapins.
Empeñado en mejorar el papel de su hermano, lo cual no parecía demasiado complicado, apareció en escena el mediano; William Fils, alias "Willy". Formado en el Créteil-Lusitanos y, cómo no, en la Triestina; aterrizó en el equipo primavera del por entonces subcampeón de Europa durante el verano de 2005.
Inquilino habitual del banquillo de San Siro, su debut oficial no llegó hasta diciembre de 2007 en un partido de Copa frente al Catania. Así las cosas el único servicio que se le recuerda fue un gol frente a la Juventus en un amistoso de pretemporada. Con la directiva confiando en que aún podía triunfar, comenzaron los préstamos en búsqueda de minutos.
Después de comprobar que el norte y el oeste no parecía óptimos para los Aubameyang dados los precedentes, optaron por destinarle al Avellino, club de una ciudad cercana a Nápoles. Posteriormente eligieron Bélgica, el KAS Eupen en concreto, en lugar de Suiza. Al final le trasladaron una campaña a Monza, ciudad automovilística cercana a Milán.
Desvinculado del titán italiano, quiso probar algo diferente. Renunció a la dieta mediterránea y al estilo de vida de la zona y se marchó, en el mercado de invierno, a la gris y verde Escocia tras recibir una llamada del Kilmarnock. Aquello terminó con él definitivamente. Cansado hizo las maletas y cogió un avión rumbo a Libreville, capital gabonesa. Allí está ahora junto a su hermano, y otro viejo conocido del fútbol escocés como es Daniel Cousin, dándole patadas al balón para los intereses del Sapins.
Eso quiere decir que de los tres que ingresaron en la academia del Milán solo ha triunfado el último en llegar, el que apareció por allí en 2007. El más talentoso, el que consiguió encadenar las cesiones más importantes en el Dijon, el Lille, el Mónaco y finalmente en el Saint-Ettienne. A la tercera va la vencida. Pierre-Emerick es el elegido para continuar con el legado.
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