Hace menos de siete días, un país cumplía el vigésimo aniversario de la que quizás sea la victoria más dulce y relevante de su historia. Ese 5 de septiembre de 1993 quedará marcado a fuego para todo el pueblo colombiano, siempre será la fecha en la que tomaron por asalto "El Monumental" y abofetearon a la selección Argentina con una manita (0-5).
Fueron noventa minutos históricos que empezaron con abucheos e insultos a los visitantes y terminaron con los seguidores puestos en pie aplaudiendo; Diego Armando Maradona incluido. El "pibe", que días antes había escenificado su visión sobre ambas selecciones situando a su rival por debajo de la albiceleste, tuvo que rendirse ante la evidencia y lamentar un triunfo aplastante que además ponía fin a un invicto de los suyos como locales que se prolongaba seis años.
Dos dobletes de Rincón y Asprilla que redondeó el "Tren" Valencia con el último del encuentro dieron la vuelta al mundo y generaron unas expectativas inmensas que la expedición tuvo que llevar en la maleta al Mundial de Estados Unidos, la cita para la que se clasificó definitivamente en esa noche bonaerense que la revista "El Gráfico" ilustró en su portada con un fondo negro y la palabra "Vergüenza" superpuesta en amarillo.
Las consecuencias de tanta presión fueron funestas. El seleccionado, que cuatro años antes había sido eliminado en octavos por Camerún al sacar beneficio Roger Milla de un fallo clamoroso e inexplicable del cancerbero René Higuita, cayó a las primeras de cambio. Una decepción que además tendría un trágico epílogo con el asesinato de Andrés Escobar tras marcarse un gol en propia puerta que supuso la derrota ante Estados Unidos.
Desde entonces, solo la disputa del Mundial 98 y sobre todo la Copa América conquistada como local en 2001 han aliviado las ansias de un país con tradición balompédica pero con poca suerte. Afortunadamente parece que la efeméride va a ser honrada como se merece. Aquellos chicos que dieron sus primeras patadas al balón durante la efervescencia del mediático combinado cafetero y que crecieron en los exitosos noventa son ahora adultos que visten la elástica amarilla y le dan lustre.
Abanderada y liderada por el "Tigre" Falcao, el ariete que va camino de dinamitar todos los records goleadores precedentes, toca ya con la punta de los dedos el billete para Brasil una generación de futbolistas con proyección, la mayoría de ellos curtidos en Italia y Francia. Rápidos y polivalentes hombres de ataque sustentados en una defensa experimentada y sólida.
Toca guardar en el cajón a mitos como Higuita, Valderrama y Asprilla y dar la bienvenida a un grupo que con menos boato, tan silencioso como el delantero que lo encabeza, está desplegando un fútbol alegre y desacomplejado. Han cambiado las piezas pero permanece el espíritu, ese que un día propició el triunfo más grande jamás contado.
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