Acostumbrados a la imagen prefabricada por Hollywood del héroe norteamericano, pensar que alguien como Brek Shea podría convertirse en uno de ellos resulta cuanto menos chocante. Sin embargo a veces lo improbable sucede y ayer fue él, con su gol, quien consiguió dejar en casa la Copa de Oro.
Eso le hará entrar en la historia, ocupar un lugar de privilegio en el balompié norteamericano y quizás ver como se purgan los pecados de ingenuo que ha ido cometiendo en los pocos años que lleva como profesional. Porque Brek, Dane Brekken en realidad, es uno de esos tipos atípicos que alterna arranques de genio con imperdonables salidas de tono.
De hecho basta con verle sobre el césped para saber que no se trata de un futbolista al uso. Altamente polivalente, es extraño ver su 1.91 de envergadura pegado a la línea de cal desafiando todas las leyes de la lógica. Sin embargo, y al mismo tiempo, ha llegado a desenvolverse también de central. Un tallo multiusos que lo mismo marca un gol que despeja un balón al borde del área.
No acaban ahí sus peculiaridades. Brek pertenece a ese grupo de jugadores que en su tiempo libre realiza cosas útiles. Hay casos, por supuesto, pero los más se pierden en actividades banales como jugar a la consola o simplemente hibernar. Él apuesta por la pintura como forma de expresión y le saca partido. Artista abstracto, montó en su garaje un taller al que llamó "Leftfoot Studio".
Allí ha realizado diseños en diferentes formatos. Especial tirón tienen sus tablas de surf y de skate, donde los colores chillones se mezclan de forma caótica dándoles un aire, al menos, de lo más personal. Por supuesto esa manufactura, que se puede comprar por internet, tiene un precio que bordea en estos casos concretos los 200 dólares. Incluso logró exponer diez de sus obras en una exposición bautizada como "Controlled Chaos", que recaudó casi 10.000 dólares de la Fundación FC Dallas dedicados a la beneficencia.
Pese a todo, como tantos otros artistas, Shea tiene un reverso tenebroso, un carácter complicado que no es apto para todos los paladares. Sin llegar de momento al nivel de hombres como Balotelli o Ibrahimovic, este rubio cuyo pelo va acorde con su estilo sobre el lienzo, ya ha protagonizado un par de situaciones controvertidas y apunta maneras.
Primero, en su país, fue una sanción de tres partidos por patear la pelota hacia un linier. Luego una discusión con su entrenador Schellas Hyndman y algunos de sus compañeros que le granjeó críticas dentro y fuera del vestuario. Lejos de cambiar, tras su traspaso al Stoke el pasado mercado de invierno por 2,5 millones de euros ha dado más material a los tabloides que a la prensa deportiva.
Sin apenas minutos, su actividad en las redes sociales le ha servido como indecente carta de presentación. En mayo posó con una cabeza de cerdo en Instagram. Algo anecdótico si no fuera porque la misma apareció, por obra y gracia de su compañero Glenn Whelan, en la taquilla del trinitense Kenwyne Jones, de religión musulmana. El incidente acabó con este último reventando con un ladrillo el Porsche del "bromista".
La última de Brek, tejano que se define en Twitter como caballero sureño, también ha levantado ampollas. De nuevo en Instagram, tuvo la feliz idea de posar con una gorra, una camiseta de tirantes con la bandera americana... y dos recortadas, una en cada mano. Todo un "ejemplo" para la juventud y un escándalo en Inglaterra y Estados Unidos, donde el tema de las armas es cuanto menos espinoso.
Así transcurre su vida, entre la pasión por el fútbol y la provocación, entre los goles y la pintura. Una mente indescifrable, un arcano balompédico que aún debe estallar en la Premier pero que ya es uno de los talentos más atractivos del fútbol estadounidense. Difícil saber cómo acabará una carrera tan peculiar. Eso sí, su nombre ya queda escrito con letras de oro.
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