Recuerdo la primera vez que hablé del Ross County en "De paradinha". Fue en abril del 2010 seducido, como tantos otros, por su gesta en Copa. La guinda del sueño fue aquella final disputada en Hampden Park contra el Dundee United. La perdieron, sí, pero una ronda antes habían dejado en la cuneta al Celtic sobre el mismo escenario.
Los ecos de aquel triunfo del modesto contra el todopoderoso resonaron durante meses e incluso se llegó a escribir un libro sobre aquél equipo de Dingwall, una localidad enclavada en las hermosas Highlands; tierra de batalladores y hombres aguerridos acostumbrados a morir matando y a no dar nada por perdido.
He vuelto a echarle un vistazo a ese post y confieso que siento cierto pudor. Como sucede con redes sociales como Twitter uno no se da cuenta de cómo ha ido evolucionando hasta que revuelve el pasado. A poco que alguien se fije, aprecia sin mucho esfuerzo un cambio en mi forma de escribir. Eso sí, dos años después, el fondo sigue siendo el mismo: La fascinación que me produce ver como el pequeño voltea al grande.
Durante el tiempo que el Rangers pase sepultado en las catacumbas del fútbol escocés, la liga tiene color verdiblanco. Así pues el único atractivo que uno puede encontrar en una competición monocorde llega cuando alguien se atreve a desafiar el sistema establecido y hace saltar la banca. Lo consiguió el Ross en 2010 y lo ha vuelto a lograr este fin de semana.
Las circunstancias, evidentemente, no son las mismas pero guardan en común el espíritu del que cree en sí mismo pase lo que pase. Si en el pasado la fe movió montañas y corazones para lograr lo impensable esta vez no fue menos. 0-2 perdían los de Derek Adams y 3-2 terminó el partido gracias al empuje de una plantilla que siempre vende cara su derrota.
Por eso encadenaron cuarenta partidos de liga sin mácula y por eso esta campaña son terceros en el campeonato con una racha de once encuentros consecutivos puntuando. No está nada mal para un club que representa a una población de poco más de 5.000 habitantes pero que desplazó a casi 20.000 hasta Hampden aquella tarde en la que estuvieron cerca de escribir su nombre en la historia.
Superado, y con nota, el obstáculo que suponía el Celtic, el siguiente objetivo aparece a corto plazo. Acomplejados en su zona, este fin de semana tienen la oportunidad de pintarle la cara al vecino más cercano, un Inverness que tradicionalmente ha gozado de mas predicamento entre los paisanos y al que solo aventajan en un punto. Será un choque bonito. Fútbol con sabor a tradición y gotas de rivalidad. La oportunidad para que el Ross, ese equipo que ha salido de la nada a base de coraje y garra, demuestre que ha llegado a la cima para quedarse, que el milagro ya es una realidad. El interesante microrrelato de superación incluido en ese tomo gordo y pesado que es ahora una SPL que se agosta mientras espera a que el Rangers purgue sus penas.
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