Desde que arrancó la temporada en la Ligue 1 había dos fechas marcadas en rojo chillón: Una el 21 de octubre, la otra el 2 de marzo. Eran las que el destino había elegido para cruzar sobre el césped al Ajaccio y el Bastia en el derbi corso, quizás el más colorido que se pueda ver en Francia pese a que ninguno de los dos se haya situado nunca entre los gigantes nacionales.
Sin embargo para convertir un partido en algo más que eso no siempre es necesario que trascienda una pugna por los éxitos deportivos. Basta con mirar por encima del hombro al vecino durante un par de semanas o, como sucede en este caso, considerarse el rey futbolístico de la isla; lo cual no es cuestión menor.
La primera batalla en una tierra siempre ligada a los aspectos bélicos como cuna del gran estratega Napoleón Bonaparte, acabó en un insulso empate a cero. El Ajaccio mereció la victoria pero no tuvo suerte. Ambos equipos acabaron con diez por las expulsiones de Cavalli y Angoula trasladando la tensión a las aficiones, que se citaron para la vuelta con un vergonzoso despliegue pirotécnico sobre el césped que obligó a parar el juego durante siete minutos.
Encendida la mecha, era cuestión de meses que estallara el polvorín. En un espectáculo más digno de la lucha grecorromana, con todo el respeto a una disciplina tan noble, unos y otros salieron hambrientos desde los vestuarios recibidos por un gran tifo en la tribuna Victor-Lorenzi que servía de respuesta al que se había desplegado en el campo rival.
Se dieron de lo lindo, tanto como para alcanzar un récord sin precedentes en el siglo XXI. A la expulsión iniciática de Chalmé le siguió una acción de Oliech, que dejó la pierna en un choque contra la mandíbula de Landreau. Vio la roja como también les sucedió en los altercados posteriores a Rothen, Thauvy y André. Cinco en total mostró el árbitro, algo que no se ha visto en los últimos trece años. Cifra que podría ampliarse si se actúa de oficio. El partido, por cierto, terminó 1-0 gracias a un tanto de Maoulida.
Todo es el reflejo de la competitividad existente entre dos clubes que hasta este, llevaban años sin cruzarse en la máxima categoría y que dividen a la isla en dos. Ajaccio, capital y ciudad más importante del sur, contra Bastia, segunda ciudad en extensión y referencia de la zona norte. Lugares donde se conserva una fuerte identidad propia más allá de la pertenencia a Francia y en los que el deporte rey es 'cuestión de estado' aunque solo dos jugadores de ascendencia insular, Cioni y Cavalli, tuvieran minutos en el choque.
Si todo va según lo previsto y ambos equipos salvan la categoría, la próxima campaña volveremos a disfrutar del ambiente en las gradas de esa zona que tiene algo de francés, algo de italiano y algo de español. Que conserva, en definitiva, la esencia del Mediterráneo.
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