A pesar de que podría pasarme meses y meses con el serial que realicé en las últimas semanas sobre "Entrenadores viajeros" he decidido dejarlo aparcado por un tiempo aunque, como digo, nombres quedaban para seguir contando sus historias y prometo recuperarlo algún día con las aventuras y desventuras de los que no han tenido cabida esta vez.
Retomo pues la dinámica habitual de la sección con un hombre que pasó por varias ligas europeas de cierto caché, entre ellas la española. Nacido en Maputo, capital de Mozambique, poco tardó en desplazarse a Mozambique como le sucede a tantos otros ciudadanos del país que se desplazan a tierras lusas aprovechando el manejo del idioma, vestigio de las épocas coloniales afortunadamente ya olvidadas.
Así pues aterrizó en Lisboa, aunque jugar en uno de los dos gigantes de la ciudad le llevaría tiempo. Antes tendría que pasar por la cantera del tercero en discordia, Os Belenenses. Llegó a debutar con el primer equipo pero en seguida aparecieron sus traspasos a clubes de poco caché en los que tuvo que foguearse en su posición de lateral derecho.
Empezó en el oeste jugando para el Vilafranquense. Posteriormente se desplazó al norte para militar en el Bragança, una localidad fronteriza con España. No demasiado lejos de allí continuó con sus escaramuzas jugando en Vila Real (no confundir con Villarreal, todo a su tiempo), una localidad de alta acogida entre los Erasmus españoles y con bastante vida universitaria. Siguió viajando y se desplazó a Aveiro buscando la costa y un futuro más prometedor.
Despuntó en el Río Ave y aquello le valió para recibir la llamada del Braga, donde culminó su peregrinaje por el país. Aquello se le quedaba pequeño y solo duró cuatro meses. Al final acabó dando muchas vueltas para volver al mismo sitio: Lisboa. Se marchó hecho un chaval y regresó convertido un hombre capacitado para jugar en el Benfica.
El problema es que su entrenador no lo consideraba de esta manera y se pasó la mayor parte de los partidos saliendo desde el banquillo en las escasas oportunidades que le daban. Por ello no lo dudó cuando recibió su primera oferta del extranjero, la que le hizo el Villarreal. Gozó de continuidad pero ansioso de más minutos, se desplazó a Barcelona para enfundarse la elástica del Espanyol.
Su paso por la entidad 'periquita' terminaría con una cesión al Leeds United, donde se desenvolvió en el puesto de comodín y chico para todo, y con una transacción al Foolad de la segunda división iraní a cambio de un millón de euros. La operación puede resultar extraña pero encerraba dentro un gato: El técnico del equipo era su suegro, Augusto Inácio. Finalmente, con su valor un poco depreciado debido a su edad pero con el ascenso en la maleta, le fichó un grande del país como el Sepahan a cambio de 800.000 euros. Allí colgó las botas.
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