Hoy que el Manchester United disputa Liga de Campeones, resulta ideal hablar de este técnico brasileño que en el año 1996 consiguió, con el Fenerbache, lo que nadie había logrado en cuarenta años: Ganar en Old Trafford durante el transcurso de una competición europea. La gesta, consumada gracias a un disparo de Elvir Bolic que se envenenó tras tocar en un defensa, al final sirvió de poco ya que el equipo acabó cayendo en la fase de grupos por detrás de los británicos y de la Juventus, a la postre finalista.
Ahora bien, siempre podrá contarle eso a sus nietos entre otras muchas batallitas; como la de ese experimento con la "canarinha" que salió mal. Este no fue otro que la introducción del líbero en el combinado que disputó el Mundial del 90 y que acabó eliminado en segunda ronda contra Argentina. Fue solo una parada más de una carrera marcada por la transhumancia que le ha llevado a dirigir en lugares que van desde el Caribe hasta el lejano Oriente.
Nacido en el estado de Minas Gerais, en concreto en la ciudad de Muriaé, a los 34 años ya estaba entrenando a uno de los clubes más importantes de su país, el Flamengo. Fue un excelente comienzo ya que con el equipo levantó el primero de los tres campeonatos cariocas que lograría de forma consecutiva. Los dos restantes decorarían las vitrinas de uno de los máximos rivales de los de Río de Janeiro, sus vecinos del Vasco de Gama.
Después de aquello llegaría su primera escaramuza a tierras lejanas para aceptar una oferta del Al Ahli jordano. Fue breve pero lo suficientemente atractiva como para que le dieran ganas de volver en el futuro a Oriente Medio. Aunque para eso debería llover mucho. Tanto que pasó por el Gremio, el Paraná y la selección, a la que coronó como campeona de Sudamérica pero, como ya mencionaba antes, con la que tropezó en la Copa del Mundo de Italia en parte por su resultadismo.
Despedido, encontró acomodo por primera vez en el Viejo Continente para coger las riendas de un club con caché, la Fiorentina. Duró poco pero a la vuelta de la esquina estaba esperando otro Al-Ahly, este de Qatar. Ansioso por conocer más mundo, su siguiente destino fue el León mexicano, que precedió a su vuelta a Italia para hacerse con las riendas del Bari.
Quizás porque se dejó encendida la luz de casa, quizás por saudade, dentro de su ruta trasnacional hizo un breve inciso para trabajar de nuevo en el Vasco de Gama. Cogió fuerzas, se aprovisionó e hizo de nuevo las maletas para pasar una temporadita fuera de casa. Tras ganar en Old Trafford con el Fenerbache se marchó al Shanghai Senhua chino, mucho antes de que por allí aparecieran Drogba y Anelka. Con la entidad consiguió la Supercopa.
Sin embargo de algo se olvidó en Brasil. Retornó para manejar los designios del Botafogo. Supongo que se tomó unas caipirinhas, volvió a probar la picanha y, curada su añoranza, se marchó de nuevo a Extremo Oriente para encargarse del Yokohama Marinos, con quien ganó una liga. Tenía ganas de amasar dinero y de seguir llenando el pasaporte con sellos así que decidió probar una vez más las mieles de las selecciones nacionales aceptado el cargo de preparador en Jamaica. Fueron dos etapas con un paso por el Al Arabi jordano entre medias.
Finiquitada la aventura caribeña, le volvieron a llamar para apagar un fuego en Brasil. Lo hizo el Juventude. Cansado de aprender idiomas, decidió que su siguiente destino fuera lusófono y probó suerte en el Marítimo de Funchal. Luego llegó su incursión en el Trabzonspor y, finalmente, su viaje de vuelta a Oriente Próximo. Hoy conduce al Qatar SC en una segunda etapa, solo interrumpida por la llamada de la selección nacional del país asiático.
El próximo viernes, si la técnica lo permite, podréis escuchar en "De paradinha" la entrevista que mantuve hace unas semanas con el español Alberto Heredia, futbolista del Kairat Almaty kazajo.
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