miércoles, 23 de enero de 2013

¿Qué ha sido de... Entrenadores viajeros (IV): Otto Pfister?



Difícil saber cuánto había de cierto en aquél rumor que corrió como la pólvora pero el caso es que de la cada vez más decadente selección camerunesa uno espera casi cualquier cosa. Puede, como se decía, que el alemán Otto Pfister llegara a convertirse en seleccionador del país africano tras mandar su currículum por internet atendiendo a un casting de la Federación. O puede que todo fuera un malentendido y que esta le hubiera elegido entre los diferentes candidatos sin realizar para ello una oferta pública.

Sea como fuere el caso es que desperdició la oportunidad aunque, para qué negarlo, no era sino otra muesca más en un revólver que puede narrar mil millones de batallas libradas en todos los confines del globo. A sus setenta y cinco años este alemán de Colonia se ha paseado por medio África amparándose en el rigor táctico que se le presupone a sus paisanos y en una carencia absoluta de escrúpulos para viajar donde le llevara el viento.

Eso sí, antes de cocinero fue fraile. Pasó su particular seminario futbolístico jugando para el equipo de su ciudad antes de ponerse los hábitos del profesionalismo en Suiza, donde desarrolló gran parte de su carrera. Fue extraño ya que desde los 24 años compaginaba las labores de jugador y entrenador, algo que no debía ser extraño en época de escasez pero que resulta una locura para el fútbol globalizado de hoy en día.

Todo ello fue hasta que decidió romper con todo. De un día para otro colgó las botas y cortó lazos con Europa para marcharse a entrenar a África. La llamada fue de la selección de Ruanda, primera parada de un trayecto largo con periodos de asueto. Mucho puede contar, entre otras cosas como ha cambiado el continente.

Tan en primera persona vivió esa evolución que llegó a ejercer como entrenador de Burkina Faso cuando el país todavía se llamaba Alto Volta. Lo mismo sucedió cuando trabajó para un Zaire hoy ya convertido en República Democrática del Congo. Entre medias se colaron tres experiencias interesantes con Senegal, Costa de Marfil y Ghana. Con los segundos ganó una Copa África sub-19. A los terceros los guió a un título mundial sub-17 y a una final de la Copa África. En total 13 años seguidos de servicio al continente como soldado de fortuna.

Con ese cartel encima otro hubiera vuelto al Europa, pero Pfister estaba hecho de otra pasta. Decidió cambiar de continente, sí, pero en vez de irse al suyo marchó hacia Asia, donde le esperaba el combinado de Bangladesh. Desde allí dio un salto de calidad rumbo a Arabia Saudí. De su mano el equipo se clasificó para el Mundial de Francia pero fue despedido en la previa por discrepancias con la familia real.

Ocupó su puesto Parreira pero tras perder este dos partidos en la fase final, volvió a sentarse nuevo en el "trono" que le había sido usurpado. Fue un segundo reinado breve ya que los sucesivos tropiezos propiciaron su adiós. Eso sí, el paro no era para él. Pronto encontró acomodo en la tierra de los faraones.

Su fichaje por el Al Zamalek fue a todas luces un éxito. Guiados por su báculo los egipcios experimentaron una etapa de esplendor que se coronó con títulos nacionales e internacionales. Sus logros se reprodujeron en el Nejmeh libanés, donde aterrizó justo después del Sfixien tunecino y antes del Al Masry egipcio, club al que entrenó solo dos meses.

Inactivo, la llamada de la selección de Togo fue un caramelo demasiado suculento como para rechazarlo. Faltaban tres meses para el primer Mundial en la historia del minúsculo país y se abría ante él la posibilidad de convertirse en héroe. No lo consiguió. Tampoco en Camerún, esa escaramuza a la que hacía referencia al principio del post. Fue la penúltima antes de otro paso infructuoso, esta vez por Trinidad y Tobago. Ahora busca nuevos retos. Donde sea.

1 comentario:

Despedida de soltera Bogotá dijo...

Muy buena publicación, excelente el recorrido por la vida de estos personajes.