Ha sido sin duda la noticia futbolística de la semana pasada y posiblemente una de las más importantes en lo que queda de temporada. Tras anunciar que volvería a los banquillos, ya se conoce cuál será el club en el que Pep Guardiola trabajará en el futuro inmediato. Se marcha a Alemania, al Bayern, en una decisión que, como sucede en todo lo que respecta al de Sampedor, despierta al mismo tiempo alabanzas y recelos.
Lo que nadie puede negar es que se enfrenta a un reto cuando acepta conducir a uno de los equipos más poderosos de Europa. Podría haber elegido un destino exótico y bien pagado alejado del mundanal ruido pero en cambio se sube al barco de una de las ligas más potentes, un torneo que crece cada año y que le va comiendo el terreno a Inglaterra y España toda vez que hace tiempo que dejó atrás a Italia en muchos aspectos.
Él será el referente del referente en el país teutón, del rey de reyes. Un fichaje galáctico en materia de marketing e imagen con el que se le mete un gol por la escuadra a la Premier, que peleó, sin éxito, por hacerse con sus servicios. City o Chelsea han tenido que agachar la cabeza ante un Bayern que atesora uno de los proyectos más sólidos del Viejo Continente. Un club que ha disputado dos de las tres últimas finales de Copa de Europa y que está volviendo a recuperar el prestigio en el campeonato nacional tras la irrupción fresca del prometedor y delicioso Borussia.
La apuesta, en principio, parece a caballo ganador. En un campeonato convertido en un vergel para el fútbol de ataque, Pep tiene las mejores piezas posibles para repetir la sinfonía que ya tocó en Barcelona. Su plantilla solo puede ser equiparable a la del conjunto de Dortmund y es muy superior a la media. Eso sí, no todo el monte es orégano. Tendrá que adaptarse a lo que tiene o entrar dando un portazo. ¿Sacará de Mario Gómez lo que no pudo obtener de Ibrahimovic? ¿Abrirá el campo dándole protagonismo a los extremos puros o enseñará a estos a manejarse en posiciones más interiores?.
Demasiado interrogantes a los que seguro está tratando de buscar respuesta en su retiro de Nueva York. Hasta eso genera discrepancias. Hay quienes piensan que el anuncio de la decisión con tanta antelación es bueno ya que facilita al técnico trabajar con tranquilidad alejado de rumores. Otros lo consideran una puñalada por la espalda a Juup Heynckes, a quien han decidido matar antes de tiempo pese a que ya anunció que pensaba en la retirada.
La herencia que deja es buena respaldada por un club sin aparentes fisuras. Como tradicionalmente ha sido, el Bayern trabaja como un reloj, fiable y constante, de forma sobria, gastando cantidades ingentes de dinero sobre seguro, con lo difícil que eso suele ser en el fútbol. Es un modelo continuista llevado desde los despachos por gente que sabe lo que es ponerse al servicio de una gran entidad, como jugadores y como dirigentes.
Así llega Guardiola a Munich, un paraíso dentro del fútbol de altísima competición. Un lugar donde se deja hacer, donde la vanguardia tecnológica se pone al servicio de una estructura modélica. Una auténtica prueba de fuego, la oportunidad para demostrar que Guardiola también puede ganar fuera de su casa.
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