Pese a que desapareció hace veinte años, un equipo ha vuelto a ser noticia esta semana y no precisamente por algo positivo. O sí teniendo en cuenta que al fin los familiares de la víctimas del accidente aéreo en el que se vieron implicados varios jugadores del Green Cross chileno han encontrado el consuelo de saber qué fue de sus seres queridos.
De aquello hace ya mucho tiempo pero el espíritu del club sigue vivo gracias a la figura de hombres que prestaron sus servicios en defensa de esa elástica. Es el caso de Jorge Fossati, que hizo carrera sobre el verde antes de sentarse en el banquillo para desarrollar la labor por la que se le conoce actualmente.
Apodado como tantos otros el 'flaco' y con unos guantes como herramienta de trabajo en su trayectoria profesional, nació en Montevideo y se labró cartel en dos clubes de la ciudad como el Rampla Juniors y el Central Español. Fueron los pasos previos a su llegada al Peñarol, con quien conquistó cinco ligas.
Laureado a nivel nacional y con poco más que demostrar, comenzó cual estrella del rock un tour por el continente que le llevó a un total de cinco países distintos antes de su retirada. Arrancó el periplo en el Millonarios colombiano antes de fichar por el Olimpia paraguayo y el ya mencionado Green Cross de Temuco.
No acabaría en Chile el paseo ya que aún pasaría un tiempo en Argentina dejando sus paradas en el Rosario Central y el Mandiyú de Corrientes antes de ir a retirarse a Brasil, país en el que vistió las camisetas del Avaí y el Coritiba. Eran por entonces finales de los ochenta y Fossati decidió dejarlo a los treinta y ocho años.
Sin embargo no perdió el tiempo y pronto decidió que había una vida más allá, la de entrenador. Por eso, poco después, aceptó ponerse al frente del River Plate de Montevideo. Sería el trampolín para su regreso al Peñarol en una labor diferente. Una idea ilusionante que no tuvo continuidad, animándose a probar suerte en el Cerro Porteño.
Aquella excursión le sirvió para coger aire y retornar a Uruguay aceptando una oferta del Danubio. Inició entonces un largo periplo de cinco años entre medias del cual emigró a Argentina para hacerse cargo del Colón. Posteriormente aparecería en su vida el LDU Quito, que dejó cuando recibió la llamada de su selección nacional.
Esa oportunidad fue sin duda un orgullo y el altavoz que necesitaba para llamar la atención de lugares más lejanos, Fue así como le llegó el encargo de entrenar al Al Sadd catarí y posteriormente al combinado del país asiático. El uruguayo acabaría dejando ese trabajo para someterse a una operación y nunca volvería.
Ya recuperado dijo sí a una segunda etapa en el LDU Quito, a quien llevó a levantar la Recopa Sudamericana. Ese éxito le abrió las puertas del Internacional del Portoalegre, que acabaría destituyéndole. Cogió entonces un nuevo avión rumbo a Oriente Medio para ejercer por segunda vez en el Al Saad catarí y en el Al Ain de Emiratos Árabes Unidos, con una nueva aventura en el Cerro Porteño entre medias. El punto final, al menos de momento, de su CV lo pone otra incursión en el Peñarol, del que dimitió el pasado mes de noviembre.
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