Como si se hubieran puesto todos de acuerdo para cambiar de aires a la vez, este ha sido un verano en el que muchos entrenadores habituados siempre al mismo banquillo han decidido levantarse para dejar sitio a otros. Ya hemos hablado en esta sección de Ferguson, Moyes o Schaaf. Hoy le toca el turno a Tony Pulis, que no seguirá en su casa habitual, el Stoke.
Siete años ha pasado este técnico dirigiendo a un equipo con pocas aspiraciones más allá de la salvación. Y pese a todo ha sido capaz de hacerle finalista de una FA Cup, premio que fue mayor cuando pudo pasear el nombre de la entidad por Europa. Estos méritos fueron posibles con una plantilla sin grandes arabescos en la que no destacó, desde luego, Henri Camara.
Nacido en Dakar, capital de Senegal, este delantero dio el salto a Europa en el Estrasburgo procedente de su país natal. Francia suele ser en estos casos un trampolín para una gran liga pero a él solo le valió para que echaran las redes sobre él un par de equipos suizos. Primero fue el Neuchatel y una campaña más tarde, gracias a sus buenas cifras goleadoras, el Grasshoppers, con el que se coronó campeón.
Retornó entonces al país galo para enrolarse en las filas del Sedan. Lo que no consiguió la primera vez, lo logró en la segunda. Tras dos cursos su equipo descendió pero él se libró de la quema y consiguió una oportunidad en la Premier League por obra y gracia del millón y medio de libras que desembolsó el Wolverhampton Wanderers.
Ayudó, desde luego, su Mundial con Senegal, gol a Suecia incluido. Profeta en su tierra, Camara es admirado por los aficionados de los "Leones de Teranga" y ostenta el honor de ser el futbolista con más internacionalidades (99) y más goles (29), datos de los que presume en su perfil de Twitter (@HenriCamara7).
Hombre de rachas, Camara marcó un gol en más de veinte partidos con los Wolves y seis en los nueve últimos. Pese a su irregularidad, la capacidad que tenía para facilitarle la vida a aquellos que le acompañaban en ataque le sirvió para ganarse el cariño de la afición, que le nombró "Jugador del año". Poco le importó ese aprecio al africano, que al descender su equipo pidió salir más pronto que tarde.
Fue entonces cuando el Celtic se fijó en él y pagó una alta cifra por su cesión durante una campaña. Crecido por la oportunidad, el punta prometió hacer olvidar a Hernik Larsson y osó ponerse el 7 del sueco a la espalda. ¿Resultado?. Ni siquiera cumplió la temporada entera y salió en ese mismo mercado de invierno cedido al Southampton, con quien firmó el tercer descenso de su carrera.
Le fichó entonces el Wigan, recién ascendido a la Premier. Pese a que su conexión ofensiva con Jason Roberts era buena, no le valió para evitar una cesión al West Ham, de la que volvió para ser prestado de nuevo, esta vez al Stoke. Llegó en febrero y retonró en junio cargado con un bagaje bastante escaso. Según aterrizó, le abrieron la puerta de salida.
Tras probar suerte sin éxito en el Hull, acabó enfundándose la camiseta del Sheffield. Inquilino habitual del banquillo, cuando terminó el contrato tuvo que buscarse la vida lejos de allí. Seguir jugando en Inglaterra parecía complicado así que empezó a escuchar ofertas de otros lugares. La que más le convenció llegó del Atromitos griego.
Duró un año. Posteriormente aceptó una oferta del Panaitolikos, club de la ciudad de Agrinio. Como viene siendo costumbre en él, trajo consigo un descenso. Sin embargo esta vez, contrariamente a lo habitual, optó por quedarse. La decisión a la postre puede ser adecuada. Cuartos en la fase regular Camara, que ha llegado a lucir pelo rubio teñido con una "H" en la sien (ver twitter), y su equipo lideran el playoff de ascenso a falta de tres jornadas.
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