Comenzemos por el final ya que el status actual de este ex jugador es conocido por casi todos. El palo que supuso para Costa de Marfil caer en la final de la pasada Copa África contra Zambia trajo consigo la salida del entrenador François Zahoui. Para llenar ese vacío la Federación decidió, nadie sabe muy bien debido a qué, darle las riendas de uno de los combinados más potentes del continente a nuestro protagonista, que no contaba con experiencia previa alguna.
Bien es cierto que su carrera como futbolista fue de lo más provechosa pero en condiciones normales algo así no se revelaba como aval suficiente para una tarea tan relevante. Sin embargo conviene decir en su favor que la apuesta aunque arriesgada ha resultado hasta la fecha acertada. Desde que aterrizara en mayo "Los elefantes" aún no han cosechado ninguna derrota, lo que le deja en bastante buen lugar.
Eso sí, este fin de semana deberá pasar la reválida definitiva, la prueba de fuego. Con una plantilla de nivel alto el reto, que a fin de cuentas es un mínimo exigido, pasa por clasificarse para el máximo torneo continental y una vez allí volver a pelear por llevarlo a casa. En cualquier situación, al menos el primer paso debería resultar sencillo. Claro, que los bombos, caprichosos, decidieron emparejar a sus hombres con la potente Senegal como obstáculo que sortear de forma obligatoria.
Y en esas se encuentran, en la eliminatoria a doble partido contra una de las selecciones con mayor potencial ofensivo quizás del mundo. El sábado deberán visitar Dakar y jugárselo al todo o nada, si bien van con las cartas marcadas. El 4-2 de la ida facilita la empresa aunque sirve como toque de atención en la medida en que aquella fue una victoria holgada pero labrada desde el sufrimiento extremo; con una remontada primero y dos goles al final, entre el minuto 80 y el 85.
Será el primer gran reto como entrenador de un Lamouchi ligado a África con anterioridad por medio de unas férreas raíces tunecinas a las que nunca dio de lado pese a aceptar jugar para Francia ante la decepción de sus padres, un carnicero y una ama de casa, que le trajeron al mundo en el problemático barrio lionés de La Duchère, donde comenzó a dar sus primeras patadas.
De personalidad tímida y retraída, pasaba sus veranos en Túnez pagando con responsabilidad la libertad que siempre le dieron en casa, donde solo le exigían que el fútbol fuera un complemente de sus estudios, al menos hasta que se dieron cuenta de que podía vivir de pegarle patadas a un balón, algo que se reveló pronto cuando el Auxerre puso los ojos sobre él con tan solo 23 años, edad a la que despuntaba en el Alés.
Un momento complicado para cualquier joven lo fue menos gracias a ese hombre sabio que era Guy Roux, sumo pontífice, alfa y omega, de la entidad gala. Aprendió a vivir de forma holgada sin pretensiones aunque con ciertas concesiones al lujo. Conducía un Golf al mismo tiempo que regentaba una bodega donde se plasmaba su gusto por los buenos vinos.
Fueron sin duda sus años dorados. Luego llegó la continuidad en el Mónaco y en el Parma, paso previo a su primer grande de verdad. Le fichó ese Inter que contrataba a todo lo que despuntaba pero quizás lo hizo tarde y a destiempo. Con 32 años Lamouchi lo había dado ya casi todo. Fue cedido al Génova y posteriormente traspasado al Marsella. Resucitó allí futbolísticamente pero no le sirvió para seguir en el club.
Empezó entonces un periplo por Catar que le llevó al Al Rayyan, al Umm Salal y finalmente al Al Kharitiyath, donde colgó las botas como profesional. Luego se metió a comentar para Canal Plus, una labor que alternaba y ahora alterna con su pertenencia al "Club de los campeones de la Paz", una organización fundada en Mónaco que persigue, como su propio nombre indica, buscar la paz a través del deporte y en la que hay nombres como El Gerrouj, Capirossi, Loeb o Karembeu entre otros muchos.
Al ser este viernes día festivo, el blog permanecerá inactivo hasta el próximo lunes. Disculpad las molestias.
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