Para sorpresa del fútbol argentino y mundial, Boca Juniors cayó este fin de semana por 6-1 contra San Martín de San Juan en un encuentro donde la ambición de los anfitriones desbordó al equipo grande. El menudo pero talentoso Jorge Luis Luna (primero en la foto por la izquierda) fue el gran protagonista firmando con el ocho a la espalda una actuación personal memorable.
"Elegí un barrio privado, a una cuadra de mi casa, ¿para qué irme más lejos? No puedo alejarme de mis raíces. No importa que Don Torcuato me quede lejos de mi trabajo. Yo me entreno a las diez de la mañana, y de mi casa salgo a las siete... En Boca me dicen: "¡Vos estás loco!". Y yo les digo que sí, pero termino el entrenamiento y cuando pienso que vuelvo a mi barrio, vuelvo contento, vuelvo feliz".
"Si estuviera en otro lado, no sería igual, porque ése es mi lugar, donde nací, donde comemos asados con mis amigos. En mi casa, siempre somos quince o veinte: mi vieja y mi mujer no están muy contentas, porque parece que tengo una familia de cuarenta personas, pero para mí, esos son los momentos más lindos de cada día".
Estas palabras las pronunció en agosto del año 2011 Juan Román Riquelme cuando le abrió las puertas de su casa al diario local "Veredas". Fue una entrevista más centrada en su vida y su personalidad que en lo futbolístico. De sus declaraciones traslucía pasión por el barrio que le vio nacer y cariño por aquellos que lo hicieron junto a él.
Las calles forjaron un carácter ganador y amistades de potrero que aún conserva. Una de ellas es la de un tipo caracterizado por sus orejas de soplillo y su escaso 1,71 de estatura. Apodado "Lunita" o "Semilla", Jorge Luis Luna ha conseguido ligar al profesionalismo su carrera como volante, aunque esta ha seguido caminos bastante opuestos a los de Juan Román, cuya técnica individual siempre estuvo acompañada del oropel y el lujo que deriva de vestir una camiseta como la de Boca Juniors.
Sin embargo la vida siempre le reserva a los futbolistas mortales un día grande, ese que pueden contarle a sus nietos y a los hijos de estos si sobreviven al devenir del tiempo. El de "Lunita" llegó este fin de semana. Algo durante la semana indicaba que podía suceder. Reclutado desde agosto por el San Martín, de la localidad de San Juan, su equipo recibía la visita xeneize.
Como no podía ser de otra forma había telefoneado a su amigo ante tan magno evento para conocer de primera mano si estaría sobre el césped. La respuesta fue negativa lo que en el fondo para sus intereses deportivos resultaba positivo. Esa tranquilidad debió acompañarle el resto de la semana y dibujarle una sonrisa al pisar el césped.
El resto es una historia, negra para los bonaerenses y escrita con letras de oro en los libros de los locales, cuyo desenlace ni el propio Luna en su momento de motivación máxima podía haber imaginado. La incontestable victoria por 6-1 sacó los colores al conjunto capitalino, que solo había recibido trece "sets" en su historia y desfiguró el rostro de Bianchi.
"Lunita" regaló cuatro e hizo otro completando una tarde maravillosa que nadie olvidará en la zona y que al mismo tiempo permite a los de Rubén Forestello soñar con la permanencia. Acostumbrado a disfrutar con las gestas de su compañero de asados, esta vez le tocó a él sacar pecho y llevarse todos los focos ante la impotencia de Román. La herida escocerá un tiempo, seguro, pero la amistad todo lo cura. A no mucho tardar, en torno a una buena mesa, aquellos dos muchachos de barrio volverán a llamarse para ponerse al tanto de su rutina. Es lo bonito del fútbol.
1 comentario:
Comparte este artículo gracias al autor, así que aprendí un montón de nuevas noticias. Realmente me gustaría ver tu artículo, yo siempre te apoyará a.
Publicar un comentario