Fue el primer día del mes de marzo del año 2011. En Stamford Bridge medían sus fuerzas los dos equipos más poderosos de aquella temporada. De un lado el Chelsea, conjunto local. Del otro el Manchester United. El encuentro fue frenético como era de esperar. Los tantos de David Luiz y Lampard contrarrestaron el inicial de Rooney, que había hecho soñar a los "Red Devils" con una victoria. Los precedentes lo daban a entender así.
Aquél choque de hace dos temporadas fue el último en el que un gol del punta de Liverpool en la Premier no valía para nada. El que cierra, de momento, una lista bastante corta. Solo en cuatro ocasiones desde que llegó a la máxima categoría del fútbol inglés, con dieciséis años, sus equipos se han ido de vacío cuando él ha visto portería.
La primera fue en un su campaña de debut con el Everton en el ya extinto Highbury. Rooney puso el empate contra el Arsenal pero Vieira acabó desnivelando el marcador. No volvería a sucederle algo así como "toffe" pero sí contra los gunners. En la 06/07 un cabezazo suyo a centro de Evra puso el 0-1 ya en el Emirates pero Van Persie y Henry alteraron el esperado final en los últimos tres minutos. En la penúltima, el rival fue otra vez el Chelsea y la situación pudo suponer un disgusto. A solo una jornada para el final y contra su rival más directo por el título, logró una igualada que a la postre resulto inservible.
Puede que todo esto sea casualidad, que sean cifras anecdóticas de las que no se puede sacar conclusión alguna. Pero nadie que que conozca a este tipo con pinta de matón de feria y estibador de puerto que ha madurado con el paso del tiempo, en una evolución impensable cuando se materializó ante los ojos del mundo entero, diría algo así.
Rooney no es solo un excelente jugador de fútbol. Es un líder, un hombre carismático cuya capacidad de batalla es contagiosa. Su peso específico ha crecido de forma exponencial al ser amamantado por vacas sagradas como Ferguson, Scholes o Giggs. Cuando está inspirado sus compañeros se contagian. Cuando no funciona, el vestuario se resiente y es más vulnerable a las derrotas.
No es un talismán porque esa definición deja demasiado espacio a la suerte. Es más bien alguien decisivo que nunca se sale del partido, un jugador cuyos goles tienen un valor añadido. Rooney ha sabido encontrar su sitio y tras coquetear con una posible salida, ha alterado su mentalidad dando un paso al frente. Cumple con lo que le pide su entrenador, se mueve para recoger el esférico donde haga falta, ha aprendido a compartir su magia, trabaja más y no duda en bajar al centro del campo a recoger el esférico.
Mientras otros tienden a evolucionar hacia lo que requiere el fútbol moderno, él ha seguido el camino contrario, una arcaización que le ha convertido en el futbolista total que predominaban en los campos fangosos de dos o tres décadas más atrás. Un hombre de club que se deja la piel, cuya única concesión a la metrosexualidad en un burdo injerto capilar. Ahora está en forma, perfora porterías con recurrencia y por eso, aunque no solo, el United no pierde desde el 29 de septiembre. Mientras siga así no hay nada que temer. Es garantía de éxito.
1 comentario:
Buenas,aunque este año no tenga muy buenos numeros en cuanto a goles se refiera,da pelea y ahi esta el United haciendo buenos numeros,aunque esta siendo muy normal eso de que le marquen primero,tendrá que tener cuidado con eso. Saludos!
A Fondo: Filipe Luis (Parte II) http://www.atleti1903.blogspot.com.es/2012/12/a-fondo-filipe-luis-parte-ii.html
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