martes, 9 de junio de 2015

Terremoto en Lisboa


En el año 1755 diez minutos de horror en forma de terremoto fueron suficientes para dejar en los huesos a la ciudad de Lisboa. La tragedia natural acabó con la vida de más de 50.000 personas y supuso un mazazo para las ambiciones coloniales de Portugal. Sin ánimo de frivolizar con un hecho tan dramático, lo cierto es que algo semejante en materia futbolística se ha vivido este fin de semana en la capital lusa.

Sin previo aviso, de forma repentina, con nocturnidad y alevosía; se ha fraguado un acto de alta traición que implica a los dos grandes equipos de la ciudad. Por un lado el Benfica, que ha sido la víctima. Por otro el Sporting de Portugal, el verdugo. Entre medias Jorge Jesús, el tránsfuga que cambia de barrio.

La circunstancia, ya de por sí dolorosa siempre que acontece, lo es probablemente más en la situación actual por todo lo que la rodea. Convertido por méritos propios en uno de los entrenadores con más cartel del viejo continente, su nombre ha sonado durante varios años para ocupar algún banquillo importante en una gran liga. Pese a ello siempre siempre conseguían convencerle con proyectos atractivos.

Esta vez no ha sido así. La fuerza del cariño ha obrado lo imposible y el aspecto sentimental, más un jugoso contrato, han sido los argumentos para dejarse caer por el José Alvalade. Hijo de un ex jugador del Sporting y criado como futbolista en su cantera, llevar a lo más alto a la entidad que le amamantó era una tren que no quería dejar pasar.

Nada de esto consuela al seguidor de Da Luz, para quien es difícil comprender cómo el preparador que más títulos ha levantado con el Benfica junto a Otto Glória y a quien solo la maldición de Guttman le impidió conquistar un entorchado europeo, abandona 'las águilas' para enrolarse en un club de capa caída que solo ha ganado un gran derbi oficial y un trofeo desde el año 2009.

Ese logro, una Taça de Portugal, ha llegado precisamente esta campaña de la mano de Marco Silva. Sin embargo eso no ha sido mérito suficiente para que continuara pilotando la nave. Su salida resulta tan extraña como controvertida, asociada a algunas explicaciones más bien vagas que dan a entender que el desenlace de esta historia se conocía ya de antemano.

Resulta interesante saber que pasará en el futuro más inmediato con todos los implicados. De un lado está la duda de qué será capaz de hacer JJ con un vestuario tan nuevo para él como aparentemente poco estable. De otro, la incógnita de quién será la apuesta del Benfica para paliar la pérdida y si seguirá con el dominio que ha demostrado en los últimos cursos. El primer episodio de la nueva realidad, el nueve de agosto en la Supercopa.

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