Tras muchos años intentando reafirmarse en Europa, como si lo conseguido con el Villarreal o el Málaga no hubiese sido suficiente, 'El ingeniero' trazó el plano que le llevó al éxito. Las asas de un trofeo enfriaron al fin sus manos bajo la panza de burro mancuniana y en su rostro despuntó algo parecido a una sonrisa, de esas elegantes y caballerosas que reflejan el éxito sin necesidad de enseñar los dientes.
La felicidad vino de nuevo con el dinero y a todos les quedó la sensación de que esta vez estaba en mejores manos que la anterior pese a que la inversión fue rentable por el breve margen que separa el éxito del fracaso. El petróleo tiñó de azul claro Manchester y de negro la mirada de los hinchas de United, cuyo vecino acostumbra a llenarles el balcón de migas cada vez que saca el estandarte a pasear.
Si en la conquista previa recibieron el anuncio de su muerte sentados y en grupo mediante el tétrico eco de los transistores, en esta ocasión el ángel exterminador les visitó encerrados en su casa con las persianas bajadas y las mejillas rojas carmesí de la vergüenza. A Ferguson le salió un delfín más bien bastardo y ahora tendrá que elegir otro valido. Si apuesta por Van Gaal, representante de la casa Oranje, el juego de tronos puede ser legendario.
Son problemas ajenos al Liverpool, que bastante tiene con lo suyo. El espejismo del título se apareció en su larga travesía por el desierto y murieron de sed intentando alcanzarlo. Ni siquiera el acto de contrición del caníbal Suárez, que sirvió a la comunidad con goles y asistencias, fue suficiente. Él solo recuperó los puntos que se habían quedado por el camino en el arranque del curso pero asistió con pavor a un desenlace de serie B escrito con G. La letra de Gerrard y su resbalón, la de Gayle y sus dos goles con el Crystal Palace.
Más propio del surrealismo de Buñuel fue el guión del Chelsea. En su vuelta al resort londinense de Satamford Bridge, donde es alfa y omega, Mourinho se dio un baño de multitudes y se dejó masajear el lomo. Respondió al afecto siendo él mismo, para lo bueno y para lo malo. Cumplió contra sus dos rivales directos consiguiendo doce puntos sobre doce posibles pero se olvidó de que por debajo de su barbilla habitan unos hombrecillos diminutos con muy mala leche y una hipoteca que pagar. El Stoke, el Aston Villa, el Sunderland o el West Bromwich fueron royendo lentamente la madera que cimentaba el templo dorado y este se vino abajo con todo su esplendor.
Al menos hubo tensión, algo de lo que carecen las comedias románticas del Arsenal. Chico conoce a chica, se teje un argumento que varía en función de la originalidad del director, y acaban juntos. Resulta difícil saber qué camino escogerán los Gunners al principio de temporada, pero es de dominio público que este desembocará en el tercer o el cuarto puesto. Este año salió cruz, en parte porque al buen arranque de campaña le siguieron tardes de siesta con orinal y padrenuestro. Momentos que aprovechaban sus compañeros de piso para hacerle todo tipo de putadas. Ahí quedan el set del Chelsea y el City, también la bofetada del Liverpool.
A su rebufo aguantó el corajudo Everton de Roberto Martínez y finalmente el Tottenham, que como el 'Dioni' vació a todo trapo el furgón de Bale en un arrebato excéntrico. Solo Paulinho y Eriksen, que al igual que las mandarinas encontró su punto óptimo de maduración entre diciembre y marzo, devolvieron en parte lo pagado.
Después de ver las barbas del vecino cortar, el Southampton ha empezado a remojar las suyas para sobrellevar sin agobios el calor estival. Preparado para el expolio después de servir a la patria con tres internacionales en el Mundial de Brasil, deberá actuar con cabeza evitando abrir la mano con rapidez y pecar de espléndido.
Pendiente de lo que suceda en el torneo este verano estará el "Chateau Nouvelle", anteriormente conocido como Newcastle. Un ataque de apendicitis en el mes de diciembre, que acabó con la extirpación de Yohan Cabaye, a punto ha estado de mandarles al otro barrio. Solventado el post operatorio, toca reponer fuerzas en un balneario. A juzgar por los precedentes, con vistas al Loira.
Son las exigencias de un club al que se le pide algo más. Todo lo contrario de lo que sucede en el Stoke y el Crystal Palace, entidades bendecidas por el carisma de Tony Pulis. El técnico galés se marchó de los primeros en verano dejándole el trabajo hecho a su sucesor Mark Hughes y fichó en noviembre por los segundos para enseñarles a salvarse. Su trabajo merece una estatua.
La misma que tuvo en su día Michael Jackson a las afueras de Craven Cottage. Horrenda desde el punto de vista estético pero dotada de poderes místicos. Eso es al menos lo que defiende el antiguo dueño del Fulham, Mohamed Al Fayed. Según su versión, propia de un Bela Guttman del papel cuché, el rey del pop mandó vibraciones negativas desde el más allá que han terminado provocando el descenso del club. No especificó, en cambio, si estas tuvieron algo que ver con la lesión de Mitroglou o con los ochenta y cinco goles encajados.
Excéntrico resultó también el paso por los palcos de Vincent Tan, personajillo peculiar con los pantalones a la altura del obligo y camisas por debajo de la elástica que representa la decadencia de los grandes inversores. Su popularidad fue hundiéndose en paralelo a la del Cardiff. Le sigue en la caída el Norwich, equipo que marcó menos goles en su conjunto que Luis Suárez en toda la temporada. Y eso que el uruguayo se ausentó varios encuentros.
Para el final, pero no por ello menos destacado, queda el asunto del Sunderland. Las gestas, cuanto más difíciles, mejor saben. Poco importa el desembolso en desfibriladores si queda una hazaña que contar a las futuras generaciones. Con el "poyetismo" instalado en lo más profundo de su ser, la plantilla fue capaz de salvarse del descenso en el último aliento empatando en el Ettihad y ganando en Stamford Bridge y en Old Trafford. El pequeño pellizcando al grande hasta el ocaso. La magia de la Premier.
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