La Juventus visita este miércoles el Santiago Bernabéu con el objetivo de superar la eliminatoria contra el Real Madrid y volver a una final de la Liga de Campeones en la que ya espera el Barcelona. No la hace desde el año 2003, cuando acabaría perdiendo en los penaltis tras el duelo transalpino contra el Milán.
Aún no superado el dolor que supuso perder aquel partido decisivo, el equipo turinés afrontó la siguiente campaña con ganas e incluso se animó a darle la oportunidad a un chaval que despuntaba en las inferiores como era el nigeriano Benjamin Onwuachi, que había llegado procedente de la cantera de la Reggiana a cambio de 450.000 euros.
El experimento no cuajó si bien cabe decir en su defensa que aprovechó el poco tiempo del que dispuso. En los únicos treinta y dos minutos que vistió la camiseta de la Vecchia Signora, con motivo de un partido de dieciseisavos de final de la Copa de Italia contra el Siena, fue capaz de anotar un tanto.
Aquella aparición fugaz fue motivo suficiente para que la Salernitana solicitara su cesión, algo a lo que la Juve accedió gustosa. A sus veintiún años él no lo sabía pero se encontraba ante su última experiencia profesional en Italia ya que, a su regreso, fue traspasado de forma gratuita a un club con fama de sacar buenos jugadores jóvenes como el Standard de Lieja.
No fue su caso ya que apenas duró allí una campaña antes de marcharse de nuevo gratis, en el mercado invernal del 2006, al Ionikos griego. No fue una decisión acertada ya que el club acabaría descendiendo a la categoría de plata. Él, creyente en sus posibilidades, dijo que se bajaba del barco y fue así como se fraguó su préstamo al KF Tirana.
Regresó pero el recorte económico vivido por la entidad helena acabó forzando una nueva cesión, esta vez al APOEL de Nicosia. Aquello no llegó a buen puerto y el Ionikos, deseoso de buscarle un destino, acabó deshaciéndose de él definitivamente mediante un traspaso al recién ascendido Kavala. Allí rindió sobre el césped, convirtiéndose en el cuarto máximo anotador de la competición, pero tras dos meses seguidos sin cobrar se marchó.
Esperándole estaba entonces el AEL Limassol, a donde llegó en agosto y se fue en enero con el vínculo entre ambos rescindido. De seis meses acabaría siendo también su siguiente contrato, con el Panetolikos. No terminaría ahí su periplo por tierras griegas ya que le darían aún una oportunidad el Skoda Xhanti y el Iraklis.
Cuando ya parecía acostumbrado a migrar entre Grecia y Chipre, rompió con todo y emprendió una aventura en Rumanía para vestir los colores del Otelul Galati. Más exótico sería su siguiente viaje, a territorio libanés para militar en el Salam Zgharta. Al final, y como la cabra tira siempre al monte, ha acabado en el Panserraikos desde el pasado enero.
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