lunes, 20 de octubre de 2014

Lieja, alerta de terremoto

Aunque a veces pueda parecerlo, el fútbol no es un negocio cualquiera. El componente sentimental que arrastra y la cantidad de personas cuyo humor depende del mismo lo convierten en una inversión de riesgo que fluctúa en función de los caprichos de un balón, la mala tarde del jugador estrella o el pitido de un colegiado.

Todos ellos son factores que no muchos empresarios tienen en cuenta a la hora de invertir su dinero en el sector. Confiados en que la situación puede manejarse como si del PC Fútbol se tratase, aspiran a convertir su hobbie en algo legendario sin caer en la cuenta de que la Champions y las competiciones locales solo tienen un ganador y que a lo suyo juegan muchos más con fortunas superiores.

El algoritmo es complicado, más incluso elevándolo al cuadrado o al cubo para dejar una huella imborrable en diferentes lugares al mismo tiempo. Si ya resulta difícil apretar teniendo un solo club en propiedad, se antoja casi imposible abarcar con éxito la gestión de varios. A esa aventura se ha lanzado el belga Roland Duchâtelet, que este fin de semana ha visto como la maquinaria ha tenido fugas.

Hombre tan revolucionario en la política como en los negocios, el capitalismo del que hace gala en el deporte rey y en la empresa privada no le impide vivir de espaldas al mundo. Más allá de sus escarceos con la política, defendió en un texto ideas como la importancia de reducir el gasto público en un 30% o la necesidad de un desarrollo sostenible en la economía globalizada

Lo pasado poco importa. La memoria del pueblo llano es corta y los que siempre están dispuestos a recibir con alabanzas a quien llega con músculo financiero al auxilio de la entidad de sus desvelos son los mismos que reclaman excomunión cuando los resultados no son los esperados, independientemente de que el señor que se sienta en el palco sea más una víctima que un ejecutor.

Así las cosas, en Lieja se agotó la paciencia este fin de semana. Un hartazgo que se escenificó con un espectáculo pobre para un equipo histórico como Standard y un comportamiento aún peor de aquellos que en vez de lanzar tomates al elenco decidieron armar alboroto llegando incluso a suspenderse el partido. Masa enfurecida y embrutecida que cargó contra el entrenador y el propio Duchâutelet, que vio en la renuncia del entrenador la solución a sus problemas. En principio este último será reubicado ahora en otro arista de la estructura.Un engranaje que tiene como principal pieza al equipo belga pero donde se engarzan varios más.

Uno de ellos es el Alcorcón, que este fin de semana caía con estrépito ante el Barcelona B por 4-1 pese a que mantiene el tipo en la zona media de Segunda División. También en la categoría de plata, pero de Inglaterra, se sitúa el Charlton. Los londinenses perdieron 1-0 ante el Bournemouth aunque acarician los playoffs de ascenso. A eso aspira asimismo, en la Regionalliga Nordost alemana, el Carl Zeiss Jena. Por su parte Europa es la meta en el caso del Ujpest húngaro, en manos de Roderick, el hijo del magnate.

Nadie duda de las buenas intenciones del hombre que pone los ceros salvando clubes en horas bajas para hacerlos rentables. Tampoco de su valía, salvo algunos tropiezos espontáneos como el de este fin de semana. Sin embargo todo forma parte de una red muy fina por la que caminan varios jugadores, un efecto mariposa que puede empezar con el aleteo de Lieja y terminar con un terremoto en cualquier otro punto del continente si la paciencia del factótum se acaba. No es el único caso. La fragilidad está de moda.

1 comentario:

futbollium dijo...

La apuesta de Duchatelet es muy arriesgada, muchos equipos involucrados en diferentes ligas. Quizá haya desatendido a su principal valedor que es el Standard, pues el resto de clubes más o menos tiene unos objetivos tan bien marcados como accesible, pero la mala clasificación de los de Lieja en la liga belga ha prendido la llama.

UN saludo