miércoles, 8 de junio de 2011

Repaso del año: Alemania

Puede resultar discutible que hable de esta campaña de la Bundesliga como la del primer año de Raúl en vez de referirme a ella como la de la resurreción del Borussia Dortmund o la del naufragio del Bayern y el Werder. Pero la realidad es que el aterrizaje del español en el Schalke es, probablemente, uno de los grandes acontecimientos de la historia del campeonato.

No ya por su aportación deportiva con con 33 años, que también, sino por lo que supone para el conjunto de la competición, tremendamente necesitada de la llegada de estrellas para dar ese salto cualitativo que necesita y venderse al resto del mundo. Hasta ahora los argumentos que ofrecían los teutones, resumidos en una oda al juego ofensivo, eran interesantes pero no suficientes. Hacía falta alguien que les diera un halo de internacionalidad y ese papel ha recaído en el español.

Raúl ha demostrado que en el fútbol no hay arma más poderosa que la ambición. Defenestrado en nuestro país ha tenido que emigrar para gritar que no estaba muerto. Y la victoria ha sido doble. Gana él y gana el fútbol alemán. Pierde por supuesto el balompié patrio aunque sea tan terco de no reconocerlo. España se mantiene silente sobre las hazañas de un futbolista que ha vuelto a tirar del carro llevando a un equipo de medio pelo a disputar las semifinales de la Champions tras eliminar al que era vigente campeón.

Sus trece goles en liga y los anotados en la máxima competición europea podrían ser perfectamente números de selección. Son desde luego guarismos propios de un delantero del Madrid (Benzema ha metido menos). Pero todo el mundo calla acerca del asunto. Hasta los que en invierno decían aquello de: "Raúl se hubiera inflado a meter goles este año". El tiempo ha ido borrando su nombre. No obstante él parece feliz en su nuevo destino. El patinazo en la Bundesliga no ha impedido el levantamiento de la Copa y que haya estado cerca de tocar el cielo europeo una vez más.

Sin embargo no todo es Raúl. Hay muchos más motivos para creer en la liga alemana. Uno de ellos es por supuesto el Borussia Dortmund, que ha campeonado con una superioridad aplastante y por méritos propios sin bajarse del liderato desde la décima jornada. La calidad de Sahin y el constante acierto goleador de Barrios unido a la emergencia de perlas prometedoras como Götze y el impronunciable Grobkreutz han sido las claves. La duda es saber qué viene el año entrante. Si habrá o no desmantelamiento.

De momento el turco ya ha fichado por el Madrid y conviene no perder de vista los movimientos del Bayern Munich, al que se le conoce una inusitada habilidad para practicar el expolio sobre sus rivales directos valiéndose de su poderío económico y su nombre. Y más este verano, donde es necesario un golpe de efecto tras una campaña para olvidar.

El mismo equipo que el año pasado disputaba la final de la Champions y sorprendía a todos, esta ha mostrado las carencias que ya arrastraba. Al final se han colado en la previa de la Champions a última hora y gracias al vértigo del Hannover 96. Con Van Gaal exiliado ahora llega Heynckens tras su gran trabajo al frente del Leverkusen. A un buen entrenador debería corresponderle un gran proyecto y más cuando está en juego la credibilidad de un club. El fichaje de Neuer es el primer paso. Veremos por dónde van los siguientes.

El tercer puesto de los muniqueses tiene una consecuencia cruel y es que, como hacía mención arriba, el Hannover se queda sin pastel. Tres victorias en las últimas ocho jornadas condenan a una entidad que el pasado ejercicio sufría hasta la última jornada para salvarse tras el suicidio de Robert Enke y que este ha tirado de casta firmando un honroso cuarto escalón.

Honroso y sorprendente a partes iguales es también que el Mainz 05 juegue Europa League. Después de arrancar de forma apabullante, con las primeras derrotas muchos vaticinaban que el equipo se iría desinflando y acabaría peleando hasta la última jornada por la permanencia. Malos profetas pues al final viajará con solvencia por el Viejo Continente sacando una ventaja de once puntos al Nuremberg, que ha sido sexto. Séptimo termina el Kaiserslautern de Lakic y octavo aparece la primera de las grandes decepciones. El Hamburgo se queda en tierra de nadie dando una pobrísima imagen y volviendo a dejar esa horrible sensación de tibiedad que reinaba en la ciudad hanseática a comienzos de centuria.

Basta decir que acaban solo un punto por delante del Friburgo y el Colonia, dos clubes que deberían dar gracias al cielo por enviarles delanteros decisivos. La irrupción del senegalés Papiss Demba Cissé, un delantero que llevaba años buscándose a sí mismo, ha sido digna de mención. Sus 22 goles suponen más de la mitad de los anotados por el Friburgo en todo el año. Algo parecido sucede con el caso de Podolski, esa perla que prefirió ser cabeza de ratón que cola de león, y Novakovic. Treinta de las cuarenta y siete dianas de los renanowestfalianos llevan su nombre.

Tras leer lo que llevamos de repaso probablemente muchos de vosotros os preguntaréis donde están esos equipos punteros que aún no han aparecido. Pues uno detrás de otro desde la duodécima a la decimosexta posición. Resulta complicado discernir si se trata de una democratización de la Bundesliga o de un fracaso estrepitoso de los candidatos a favoritos. Yo personalmente me decanto por la segunda opción.

El Sttutgart acaba decimosegundo a seis puntos del descenso y a dieciséis de Europa. Y lo hace en gran medida por su gran final de campaña, con pleno de victorias en los últimos cuatro partidos. Claro, que tampoco se puede esperar mucho más de una plantilla en la que reina la mediocridad, empezando por el Pogrebnyak, ese jugador que maravillaba en el Zenit y que en Alemania ni está ni se le espera.

Un punto menos ha conseguido el Werder Bremen. Se tiende a decir que un jugador no hace un equipo entero pero algunos si que pueden suponer el 80%. Es el caso de Mesut Özil, cuya venta ha dejado tocado, casi hundido, a los de Schaaf. La dinámica de equipo anárquico que solo sabe atacar y que juega los partidos a ganar 6-5 se mantiene como norma de la casa. El problema es que esta temporada el plano ofensivo ha flaqueado acabando como el octavo equipo con menos goles a favor y el cuarto con más goles en contra.

Queda el consuelo de que peor es lo del Schalke, como bien decía al principio preocupado en otros menesteres, y sobre todo lo del Wolfsburgo. Campeón hace dos campañas, octavo la anterior, esta se salva pidiendo la hora. Una dinámica altamente peligrosa, mas teniendo en cuenta que desde que se fuera Dzeko no hay nadie para sacar las castañas del fuego. A Grafite le fallan las piernas, Diego ha estado al nivel de la Juventus, oséase pésimo, y Helmes pelea por volver a ser futbolista tras su grave lesión. Al final los héroes, quien lo iba a decir, han sido el ínclito Magath, despedido del Schalke por sus tejemanejes en sus despachos, y el croata Mandzukic, que ha empezado a ver puerta a última hora (siete de sus ocho goles en las últimas siete jornadas).

Sigue también en la máxima categoría el Borussia de Moenchengladbach, vencedor en la repesca que le enfrentó al Bochum. Menos suerte corre el Eintracht de Frankfurt, un equipo que parecía empeñado en descender costara lo que costara. Es la única explicación posible a su segunda vuelta, en la que que solo fueron capaces de conseguir una victoria. Por si fuera poco ésta llegó contra el Sankt Pauli, el conjunto que le acompaña al pozo. Ocupan su lugar el Hertha de Berlín, que vuelve un año después, y el Augsburgo.

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